A decir de Rubalcaba, como estoy en contra del aborto, he sido amamantado por la nodriza de Franco junto a Blas Piñar. Poco importa que yo solo haya pasado más calamidades que todo el comité federal socialista, máximo órgano entre congresos, al completo. Incluida la de competir con el hambre a ver quién de los dos era más listo. Como el que perdía se quedaba sin comer, se me ha quedado este tipito. Poco importa. Soy de extrema derecha.

En el imaginario socialista un extremista de derechas no es ya el señorito jerezano adicto al Garvey, a la jaca y a la mancebía, que contrata a La Chunga para el baile y a Peret para las palmas, sino cualquiera que no encuentre relación entre el progresismo y las matemáticas. El progresista cree que su doctrina es exacta, pero para serlo le sobra Rusia. Por eso Rubalcaba, que es de ciencias, no da con la fórmula electoral. En química, si yerras, te estalla a lo sumo una probeta, en tanto que en historia, a poco que te equivoques, la cosa acaba en purga.