Para acabar con la ilusión el laicismo argumenta que la Navidad se ha convertido en una fiesta mundana, mientras el neutral, que se pone de perfil, le echa un ojo a la indiferencia y otro al polvorón. El católico, por su parte, cuando escucha Noche de Paz escucha a Dios tararearle el himno del sosiego post placenta. De modo que para un católico la Navidad es el baby boom concentrado en el unigénito, pues a través de María uno nació para salvación de todos. Con Jesús nace la humanidad de nuevo. Un prodigioso parto múltiple sin comadrona ni epidural.