Todo lo que nos pasa..., es adorable y aunque no lo comprendamos así, en el momento en que nos pasa sin embargo todo lo que nos pasa, es lo que Dios ha dispuesto o ha permitido que nos pase. Y ello aunque no entendamos el porqué, es bueno para nosotros. Hay unos pareados que nos dicen.

            “Sea bueno o malo lo que recibamos,
de tus divinas manos viene
y es lo que más nos conviene,
aunque no lo comprendamos”.

            Y otros parecidos que también nos dicen:

“Sea bueno o malo lo que recibamos,
es lo que Tu darnos quieres
aceptémoslo tal como Tú quieres
que por ello seremos recompensados”..

            En el libro del santo Job, sobre este tema podemos leer: “9 Entonces su mujer le dijo: ¿Todavía perseveras en tu entereza? ¡Maldice a Dios y muérete! 10 Pero él le dijo: Hablas como una estúpida cualquiera. Si aceptamos de Dios el bien, ¿no aceptaremos el mal? En  todo esto, no pecó Job con sus labios.   11 Tres amigos de Job se enteraron de todos estos males que le habían sobrevenido, y vinieron cada uno de su país: Elifaz de Temán, Bildad de Súaj y Sofar de Naamat. Y juntos decidieron ir a condolerse y consolarle.”. (Jb 2,911).

            Job ha sido siempre un ejemplo de paciencia, soportando los males que el Señor permitió que le sucediesen. Es conocida la afirmación que él nos hace, de que debemos de soportar los males que recibamos de la misma forma que nos congratulamos con los bienes que nos llegan. El Señor, nos ama de una forma que aquí abajo nunca llegaremos a comprender y siempre desea lo mejor para nosotros. Nosotros vemos muchas veces que lo que recibimos no es bueno para nosotros y nuestros deseos no coinciden con lo que emana de la divina voluntad.

            Y esto, ¿porque nos sucede así? ¿cuál es, el porqué de lo que me pasa? Estas son preguntas que todos nos hacemos. Leemos en los evangelios las palabras del Señor que nos dicen: “7 Pedid, y se os dará; buscad y hallareis; llamad y se os abrirá. 8 Porque quien pide recibe, quien busca halla, y a quien llama se le abre”. (Mt 7,7-8). Pero la realidad para muchos es que estas palabras no se cumplen. Y no se cumplen, porque la oración de petición ha de reunir unos requisitos que la mayoría de las veces no se cumplen. Y no se cumplen porque el Señor siempre entiende como bien para nosotros aquello que nos encamine a la salvación de nuestra alma. Nosotros con esa mirada de ratón que tenemos, pensamos que todo lo que nos apetece nos conviene Es el caso de los niños pequeños que le piden a su padre una navaja afilada para jugar con ella, lógicamente el padre no se la da.

             Más de un lector al leer esto me dirá, diciéndose para sí: Pero es que lo que yo pido es muy sensato, pues solo deseo que ni hijo o mi mujer o mi padre, se curen de la enfermedad que padecen. Desde luego que prima facie la petición, es correcta y no se pide gollería como puede ser, una casa o un coche más lujoso, o el dinero necesario para dar una fiesta. Las razones del Señor para negar lo pedido básicamente son referidas a la salvación eterna de nuestra alma. El Señor mira y ve las cosas a través del cristal de la vida espiritual y las consideraciones materiales, no las tiene en cuenta, porque en el 95% de ellas, estas no benefician a nuestra alma ni a la salvación eterna de ella. Las negativas que recibimos han de aceptarse con humildad, confiando siempre en la voluntad divina que siempre desea lo mejor para nosotros. Ahora esto no lo comprendemos pero más adelante y ya incluso en esta vida, y si no en la otra lo veremos todo claro y lo comprenderemos

            Una de los deseos del Señor, es lo que se conoce con el nombre de voluntad universo salvífica del Señor, porque Él tiene el vehemente deseo de que se salve absolutamente todos los seres humanos por Él creados. Él nos creó por razón de amor, porque el amor es expansivo y él siente la necesidad de expansionar su felicidad y alegría. Y cuando nos creó nos dotó a todos del libre albedrío, de una libertad para escoger, entre el bien y el mal, porque esa es otra característica del amor El amor para ser auténtico tiene que tener libertad ha de poder ser libre. Un amor obligado sin haber sido previa y libremente escogido no puede ser un auténtico amor, Pero el Señor al darnos el libre albedrío, corría y sigue corriendo el riesgo de no ser amado por la criatura por Él creada.

             Esta es la razón, por la que el Señor esta siempre ansioso de que le amemos, porque el libre albedrío nos da la posibilidad de amarle o no amarle Y aquí se encuentra la razón por la cual con respecto a lo que recibimos o no recibimos cuando pedimos, porque nuestros deseos no coinciden con los del Señor. Su amor a nosotros le lleva siempre al Señor, a darnos sea ello bueno o malo, aquello que más nos posibilita nuestra eterna salvación. El ve siempre con claridad meridiana lo que más nos conviene, pero nosotros no vemos tal como se suele decir más allá de nuestras narices. Es por ello. que nosotros siempre sea lo que sea que recibamos, hemos de amar la voluntad del Señor. Hemos de ser dóciles a las mociones e inspiraciones del Espíritu Santo.

            Nuestra eterna felicidad, esa clase de felicidad que ningún ser humano en este mundo conoce ni sabe en qué consiste. Esa felicidad de la que nos habla San Pablo cuando nos dice que subió al tercer cielo; “¿Que hay que gloriarse?, aunque no trae ninguna utilidad; pues vendré a las visiones y revelaciones del Señor. Sé de un hombre en Cristo, el cual hace catorce años, si en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe, fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y sé que este hombre, en el cuerpo o fuera del cuerpo del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe, fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables que el hombre no puede pronunciar”.  (2Co 12,2). Y que en otra epístola a los corintios les dice que: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni la mente del hombre, pudo imaginar, cuales cosas tiene Dios preparadas para los que le aman”.  (1Co 2,9). Esta es la felicidad que les guarda a los que superen la prueba de amor, por la que estamos todos aquí, con la finalidad de demostrar al Señor que le amamos, aceptando su amor.

             Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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