A Tertsch sus propios enemigos le reconocen el talento, por lo que le reprochan que no lo utilice para brillar en cuatrocientos estilos. Pero Tertsch sabe bien que nadar contracorriente es codearse con los pecios, por lo que prefiere la gloria de un naufragio a la miseria de una ahogadilla en una piscina cubierta, que es el hábitat de sus depredadores, esa gente a cuyo lado una gata arisca es Lina Morgan.