Si Rajoy se declarara un entusiasta admirador de Fidel es posible que no fuera Esperanza Aguirre la única de su partido que le sacara los ojos. Si, ya que estamos, los hermanos Castro organizaran una comida familiar en el mejor dos estrellas de Miami las bases les reprocharían que no hubieran elegido un figón cubano para brindar a los postres por la revolución. En cambio, el 70% de los socialistas españoles se declara católico y, sin embargo, no reacciona ante el constante ataque de los dirigentes del PSOE a su religión. Debe de ser esa idea tan española de que la prudencia es bella lo que les hace creer que calladitos están más guapos.
Pero lo suyo no es prudencia, es cobardía, porque de su respuesta al centro de investigaciones sociológicas se sobrentiende que tres de cada cuatro callan aunque no acepten la estrategia anticlerical de la ejecutiva socialista. No hay que sorprenderse. La razón por la que esta mayoría silenciosa no alza la voz es la misma por la que los reclutas no nos quejábamos en público del rancho: los galones. Existe una prevención natural contra el poderoso que se combate con la astucia. A mí no me ocurriría buscarle las cosquillas a Poli Díaz, pero tampoco le diría que tiene el mejor baile de piernas del peso ligero. No hace falta sacar al otro de quicio para ponerlo en su sitio.