Llega la fiesta de la Inmaculada Concepción en el corazón del Adviento. El Adviento de María, esperando el nacimiento de su Hijo, es para nosotros escuela donde aprendemos a disponer nuestro espiritu y nuestro cuerpo a la venida del Salvador; escuela donde contemplamos la belleza de María, proclamando las maravillas que Dios ha hecho en Ella; escuela donde aprendemos a respetar la figura de la esposa, de la madre, de la mujer, en el matrimonio, en la familia, en la vida.

María de Nazaret, de nuestra carne y de nuestra raza, se nos presenta hoy como la mujer que se abre de verdad al misterio de Dios Salvador. La "llena de gracia", con su respuesta de fe, es la respuesta primigenia de la liberación del pecado y de toda culpa. Fue el amor divino el que la cautivó para la humanidad. Ella, con la docilidad de la humilde esclava, fue transformada por el amor de Dios, y a lo largo de los siglos, la hemos llamado "Bienaventurada", la hemos felicitado "todas las generaciones", porque ha llegado a la plenitud. En Ella, todos estamos llamados a "ser en plenitud y a vivir eternamente". En su vida, María ha realizado la peregrinación de la fe, siguiendo a su Hijo.

Hoy, muchos hombres y mujeres, incluso, a veces, cristianos y católicos, pasan por las tinieblas y la confusión, consecuencia de tantos pecados personales y sociales. Que la Virgen Inmaculada despierte las conciencias, ilumine las mentes, enfervorice los corazones para que sean muchos los que vuelvan su mirada a María y vuelvan a caminar con ilusión, sorteando dificultades y solucionando problemas.

Hoy, necesitamos un regazo que nos acoja, un rostro que nos sonría, unas manos que nos acaricien, una palabra suave, tierna y materna, que nos anime y aliente. María, la Madre de Jesús, es nuestra Madre. Y siempre nos espera... La fiesta de la Inmaculada nos invita a luchar por esa limpieza interior que nos hace mirar de frente, valorar con criterios rectos, elegir nuestros caminos con serenidad, conseguir metas luminosas. Necesitamos una oleada de pureza, es decir, de rectitud en todos loa ámbitos de nuestra sociedad, que limpie a fondo lacras, esclavitudes, engaños, oscuridades y heridas.