Así es como transcurre la vida…, de los que aman con pasión al Señor. Es una vida en la que abunda la aridez, las tinieblas de fe, los desasosiegos, la lucha por la pérdida y la recuperación de la paz interior, las angustias y los desasosiegos, pero todo esto mezclado con momentos de gozo inefable, difícil de explicar, entre otras sencillas razones, porque Dios al igual que nuestros cuerpos, nos ha hecho a todas las almas distintas, no hay dos iguales.
Dios ama la individualidad humana, al tiempo que ama la variedad en todo lo que crea, no hay nada más que mirar las nubes, ver las montañas los ríos las olas de los mares, las plantas, los árboles, sus propias hojas, en todas partes reina la desigualdad, como expresión de la grandeza de Dios, pues solo él y nadie más que Él, puede crear de esa forma y con esa capacidad absoluta de crear la belleza y mostrárnosla a nuestro ojos. Los que le amamos comprendemos que viendo tanta belleza en su creación, Él nos está diciendo: veis todo esto, pues ello no es nada, en comparación con lo que os tengo preparado, a todos los que tratáis de corresponder a mi amor a vosotros.
Expresión de esa desigualdad que Dios ama, es también la individual relación de cada uno de nosotros con Él, y es por ello que la vida espiritual de cada alma es distinta, como distintos son también los sentimientos de aridez y gozo que cada alma pueda tener en el desarrollo de su vida espiritual. Pero de todas formas siempre hay unas normas o características genéricas que siempre se dan.
Y en contra de lo que la generalidad de la gente se imagina, en la vida espiritual de un santo, no transcurre entre gozos espirituales, apariciones, levitaciones, visitaciones y visiones. Hay mucha más aridez que gozos espirituales y bastantes sufrimiento materiales, que nunca logran ahogar el gozo que se tiene incluso en plena aridez o pasando una noche oscura, amando a quien tanto nos ama. Y es que, aun en pleno sufrimiento material, el fuego de nuestro amor a Él, nos lanza a darle gracias por la ocasión que nos regala de poder sufrir con Él y por Él en la cruz. Esto es lo que los santos llaman abrazar la cruz.
El amor que se tiene al Señor, es un amor que nos crea tanto desasosiego y tribulación, que a quien no goza de él, este amor le resulta incomprensible. Pero es perfectamente comprensible, porque firmemente uno se da cuenta, que todo es un beneficio para nuestra purificación y una mayor gloria que nos está esperando. No solamente, el que busca la santidad ama, sino que desea y no rechaza sufrir con su Amor, porque las meditaciones, sobre la pasión y muerte del Señor por nosotros, siempre crean una identificación del alma de uno, con Él y con su amor y le une a uno más, a los divinos sufrimientos que Él aceptó por nosotros.
No sé si será por la acción de la gracia divina, o por la fuerza del amor al Señor, con el que uno se siente más identificado, o las dos cosas a la vez, pero la realidad es que el alma que se encuentra en este trance, vive el tremendo valor purificativo que tiene el sufrimiento humano, cuando por amor lo une al de Cristo en la cruz.
Cuando el Señor lo estima conveniente, remite al alma periodos de contemplación y de gozo, pero como vulgarmente se dice: Nadie puede sostener indefinidamente un do de pecho. Son como pequeños, muy pequeños anticipos de lo que nos espera en el cielo, pero uno comprende que para hacer más grande el mérito y subsiguiente gozo en la vida eterna, ha de agrandar este mérito aquí abajo. Ha de amar más, para superar esta prueba de amor que Dios quiere que pasemos en este mundo, y ello no se logra con el goce material, sino con el goce espiritual que a muchos elegidos les proporciona la tribulación deseada y soportada por amor al Señor.
Santa Juana Chantal, cofundadora de la orden de la Visitación, juntamente con su maestro San Francisco de Sales, reconoció ella que en cuarenta años, todo fue aridez y sequedad, no tuvo ni siquiera una pequeña visitación, o un pequeño goce espiritual, su alma debería ser fuerte como un roble, cuando el Señor consideró que no tenía que ayudarla en su camino de amor. Porque eso es precisamente lo que hace el Señor cuando le dona goces espirituales a las almas, ayudarlas a que no desfallezcan, y se les apague un poco el fuego de su amor a Él. Precisamente la llamada noche oscura es un beneficio que el Señor dona, aquellas almas que Él estima que serán capaces de soportar la angustia y soledad de una noche oscura. El que de verdad le ama y desea abrazar su cruz, carece de miedo a una noche oscura, porque sabe muy bien que ella la noche oscura será siempre ramas y troncos que aumenten la hoguera del fuego del amor a Él.
Generalmente, es al principio del desarrollo de la vida espiritual de un alma, cuando se está en el inicio del camino generalmente por una conversión, o también en los casos de inicio, de una vocación a una vida consagrada, es entonces cuando el Señor se vuelca, en proporcionarle al alma de que se trate, goces espirituales de todas clases, para que esta alma no desmaye a la vista de la aridez y dureza del camino que la espera. Y no todo el mundo persevera, cuantos fervorines efervescentes, se han gestado en ejercicios o por otras razones, que luego no han llegado a más.
La perseverancia es esencial, pero para perseverar, salvo el caso de que se trate de un gigante espiritual como lo era el alma de Santa Juana Chantal, todo necesitamos de vez en cuando, pequeñas caricias espirituales que nos recuerden el tremendo amor que el Señor nos tiene y sobre todo a los que son sus elegidos.
Hay que amar también la aridez, porque soportarla a ella, nos crea unas posibilidades de mérito insospechadas y además, disfrutémoslas afondo, y pensemos en el tesoro espiritual que estas nos proporcionan, porque cuando lleguemos a la vida eterna, allí no las vamos a tener, ya que nos desaparecerá cualquier posibilidad de aumentar nuestro mérito de amor al Señor. Es aquí abajo donde hemos de dar gracias al Señor, que siempre nos envía y enviará lo que Él vea que más necesitamos, sea aridez o goces y démosle nuestra gratitud por lo que recibamos, que si nos llega de sus manos siempre será lo que más nos convenga, aunque no lo comprendamos.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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