Cuando faltan pocos días para la beatificación de Carlo Acutis, el mundo entero está a la expectativa, pues se trata de un caso muy interesante que nos viene “como anillo al dedo” para ampliar la visión sobre lo que significa ser santo, evitando distorsiones tan comunes como equivocadas al pensar que la santidad es algo raro o que deshumaniza a la persona poniéndola en un pedestal inaccesible. Muchos lo llaman, el primer beato con tenis y jeans. Experto en informática y aficionado al futbol y a los videojuegos, que asistía a Misa todos los días, llega para recordarnos que no debemos complicar la fe, agregándole adjetivos rebuscadamente piadosos, cuando en realidad es compatible con pasar tiempo con los amigos, viajar, estudiar y, al mismo tiempo, tener siempre en cuenta a los más vulnerables, porque se sabe que usaba sus ahorros para ayudarlos en sus diferentes necesidades.
A veces, hacemos de la fe algo aburrido, desencarnado, quejándonos, al mismo tiempo, de “que las nuevas generaciones no se interesan” o de “la falta de vocaciones”, cuando, en realidad, el problema no es Jesús o la enseñanza de la Iglesia, sino la manera de comunicar todo esto al mundo de hoy. Carlo Acutis sabía administrar su tiempo. Vivía con intensidad la Misa y, desde ahí, iba al fútbol, recorría diferentes países, diseñaba cuestiones informáticas para evangelizar, bromeaba, escribía cosas profundas, etcétera. Y, además, vivía en una familia con recursos, lo cual, también nos lleva a tener en cuenta que una persona rica no es sinónimo de maldad. A veces, incluso en ambientes cristianos, se señala con etiquetas peyorativas como “niños bien” a jóvenes que, si bien es cierto que tienen su futuro asegurado, muchas veces, son, como Carlo Acutis, sensibles al entorno, por lo que nunca debemos excluirlos. Al contrario, toca formarlos para que ejerzan un tipo de liderazgo en clave de servicio. No olvidemos que otras grandes figuras como Francisco de Asís o Teresa de Lisieux venían de familias con medios y no por ello fueron apáticos o indiferentes frente al dolor humano.
Por lo tanto y, a modo de cierre, ¿qué nos recuerda Carlo Acutis? Cinco puntos; primero, que la fe es compatible con todas las áreas de la vida; segundo, que venir de una familia rica no significa que se trate de alguien indiferente al sufrimiento de los demás; tercero, la importancia de evangelizar con un estilo actual; cuarto, saber iluminar la realidad del dolor (Carlo Acutis murió a causa de una leucemia) desde la fortaleza que solamente Jesús puede dar y quinto, tener en claro que la santidad es cosa de todos los días y que no nos quita nada de humanos.