Jamás olvidaré el estremecedor testimonio de sor María del Rosario, una religiosa de 33 años que lleva más de doce consagrada de forma perpetua al Señor en un convento español; testimonio que recojo en mi libro Así se vence al demonio (LibrosLibres).
Pero, aun siendo tan joven y viviendo en pleno siglo XXI, su inhumano combate con el demonio recuerda en muchos aspectos al sostenido en su día por otras almas consagradas llamadas también a la santidad como Teresa de Jesús, Juan Bosco, el Padre Pío o Sor Patrocinio, “la monja de las llagas”.
Poco después de ingresar en el convento, sor María del Rosario fue poseída por Satanás sin darse cuenta. Empezó a ser víctima así de fuertes tentaciones del demonio, que pretendía apartarla a toda costa del Corazón Inmaculado de María por el que esta monjita sentía un amor muy especial desde pequeña para alejarla también, en última instancia, del Sagrado Corazón de Jesús.
Fueron años de una lucha interior titánica, en los que sor María del Rosario creyó volverse loca, planteándose numerosas veces abandonar la vida consagrada para refugiarse en casa de sus padres. Pero el Señor, en su Infinita Misericordia, no la dejó jamás de su mano, sirviéndose de sus formadoras para iluminarle el camino que las tinieblas le impedían entonces vislumbrar.
Tampoco faltó, cómo no, el obligado trasiego de médicos, psicólogos y psiquiatras, los cuales certificaron, sin excepción, que la religiosa gozaba de perfecta salud física y mental.
“Entonces, ¿qué estaba sucediendo si mi cuerpo y mi cabeza estaban bien?”, se preguntaba ella misma, desconcertada.
Muy pronto, el demonio se cebó con sor María del Rosario hasta límites inimaginables, moliéndola a palos e impidiendo incluso que pudiese hablar para confesar sus faltas y pecados.
La entrevista con ella tuvo lugar el 27 de enero de 2012 en un convento situado en una de las cincuenta provincias españolas. Durante la misma, nos acompañó la hermana Inés, quien corroboró esto mismo sobre nuestra protagonista que pone los pelos de punta:
“Las vejaciones eran horrorosas. Por las noches, el demonio la golpeaba contra el suelo o el mueble del cuarto, obligándola a efectuar las más asombrosas piruetas. Llegó incluso a destrozar con los dientes un crucifijo de metal. Cuando llegaba el atardecer, yo temblaba de pánico porque las noches eran espantosas. Más de una vez me vi obligada a luchar contra el Maligno, convencida de que era el mismísimo Satanás. Movía incluso mi cama y golpeaba todo lo que tenía alrededor con un odio tremendo. A veces, en el silencio de la noche yo oía ladridos de perros, en señal de que sor María del Rosario estaba siendo atacada en ese instante por el demonio”.
Más información en: https://www.facebook.com/josemariazavalaoficial
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