En concreto, la Iglesia es titular de medio millar de leproserías repartidas por diversos países como franquicias del cielo donde estos enfermos ocupan los sitios de honor mientras en el resto de lugares les dicen por ahí te pudras. Hay quien no entiende que los misioneros que les cuidan tengan el corazón contento, pero esto es porque para la civilización actual la felicidad estriba en subir al podio. Es el problema de considerar que para reír el último hay que llegar primero en vez de saber llegar.