Cosa que, como bien se imagina el lector, no hicieron los propios escritores bíblicos. Lo cierto, sin embargo, es que ya desde tiempos los primeros tiempos los judíos tuvieron la inquietud de clasificar la Biblia, en este caso el Antiguo Testamento, de alguna manera que facilitara su lectura e identificara sus distintas partes y contenidos. Pero la clasificación tal como hoy la conocemos, con los capítulos y versículos que se encuentra uno en cualquier biblia, es una obra diferente y bien posterior, que cabe imputar al haber de tres personajes: Stephen Langton, Santos Pagnino y Robert Estienne, en un proceso que viene a durar más de tres siglos, el cual se inicia en 1220 y se culmina en 1555.
La historia comienza con el inglés Stephen Langton (h. 11501228), que acabaría siendo Arzobispo de Canterbury, y quien en 1220, mientras enseñaba en la Sorbona, y sobre un texto de la Biblia Vulgata, clasifica la Biblia en capítulos.
Al morir en 1228 existe ya una edición, la llamada “Biblia parisiense”, con el resultado de su trabajo. El éxito es tan grande que será inmediatamente adoptado por los doctores de la Universidad de París y hasta por los mismísimos judíos: en 1525 Jacob ben Jayim publicaba en Venecia una Biblia que recogía la clasificación en capítulos realizada por Langton. Entre 1244 y 1248 Hugo de Sancto Caro también realizará una clasificación de la Biblia en capítulos, pero no conseguirá desbancar a la realizada por Langton.
La clasificación de Langton se había limitado a los capítulos, pero para llegar a la Biblia tal como llega a nuestros hogares hoy día, será necesario aún subdividirla en partes más pequeñas que permitan ubicar con mayor rapidez y exactitud las frases y palabras deseadas. El primer intento en este sentido será el del dominico italiano Santos Pagnino (14701536), judío converso y después dominico nacido en Lucca, quien en 1528 publica en Lyon su traducción latina de la Biblia, la “Veteris et Novi Testamenti nova translatio”, subdividida en frases cortas con un sentido más o menos completo o, en otras palabras, en versículos (versos pequeños, para que nos entendamos).
El editor protestante francés Robert Estienne (15031559), también conocido como Robert D ‘Etienne, Robertus Stephanus o Roberto Stefano, retoca la división realizada por Santos Pagnino, y completa la obra iniciada por éste, que no había, por así decir, “versiculado” los siete libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento, a saber, Tobías, Judit, 1 y 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc, es decir, los libros deuterocanónicos, con lo que se da una divertida paradoja: un católico que se deja sin revisar los siete libros del canon que sólo tiene el canon católico y no el protestante, y un protestante que revisa los libros del canon católico que faltan en el protestante (pinche aquí si desea conocer todo sobre las diferencias entre canon católico y canon protestante), trabajando, en definitiva, juntos por un trabajo del que se valdrán los unos como los otros. Estienne publica el Nuevo Testamento versiculado en 1551, y la Biblia completa versiculada en 1555, divulgando así la nueva clasificación que terminará imponiéndose.
El 9 de noviembre de 1592, por último, el Papa Clemente VIII hace publicar una nueva versión de la Biblia en latín, la cual constituye la primera edición de la Iglesia Católica que viene con la ya definitiva división de capítulos y versículos, con lo que el gran trabajo iniciado por Langton, continuado por Pagnino y completado por Estienne, queda definitivamente consagrado.
©L.A.
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