El paso de los días, las semanas y los años, trae consigo la necesidad de retomar algunas cosas importantes que –por diferentes motivos- se han quedado en el camino. Por esta razón, es importante que nos demos la oportunidad de redescubrir el significado del rosario; aquella devoción mariana que le fue inspirada a un fraile ilusionado y, por ende, incansable: Santo Domingo de Guzmán.
El rosario no es una expresión anticuada de piedad, sino una vía para meditar los misterios de nuestra fe. Tomando en cuenta que María es la gran mujer del cristianismo, ¡quién mejor que ella para ayudarnos a contemplar el rostro de Cristo! Detrás de cada Padre Nuestro y Ave María, hay una palabra que Jesús tiene para nosotros. No se trata de repetir simplemente, sino de entrar en la dinámica –propuesta por el Espíritu Santo- de la oración, definida por San Agustín como “el encuentro entre la sed del hombre y la sed de Dios”.