En concreto, esta medida municipal nace de la premisa fascista de que la corbata es superior al harapo, según la cual, en términos evolutivos, un hombre con traje de marca es un depredador, un tiburón de las finanzas, mientras que un descamisado, es, por su incapacidad para salir de su situación, la pescadilla que se muerde la cola. O sea, un despojo abocado a la mendicidad, al que, si la ejerce, el consistorio levantino prevé sancionar con hasta 750 euros, dinero que previsiblemente tendrán los mendicantes debajo de la baldosa de casa por aquello de que, hoy por hoy, son más seguros los movimientos tectónicos que las fluctuaciones del Ibex.