¿A qué se refiere el Papa por: “hablar en un contexto”? No tengo una respuesta rigurosa al respecto, pero he encontrado algunas luces en el modo cómo Jesucristo afrontaba los problemas morales de quienes encontraba en su camino. El pasaje bíblico de la mujer Samaritana es ejemplar en este sentido; pero estamos tan acostumbrados a escucharlo, que podríamos pasar por desapercibido la riqueza del “hablado – moral – contextual” del Señor. Por esta razón me he visto obligado a alterar este pasaje y jugar un poco con el orden de sus frases. Creo que de esta manera - un poco extravagante, lo admito - se puede valorar mejor el texto original, aquí va:
Imaginemos si el encuentro de Jesús con la mujer samaritana hubiese sido así:
“Llega, pues, a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Llega una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dice: "Has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo". Respondió la mujer: "No tengo ningún marido y si lo tuviera... ¿quién te ha hecho juez de mis asuntos personales? ¡Eres judio y yo samaritana!" Jesús dice: "Es cierto, y eso empeora las cosas, vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos". Respondió la mujer: "Eso sólo lo sabe el Mesías, acaso eres Tú?" Jesús le dice: «Yo soy, el que está hablando contigo. Dame de beber» En esto llegaron sus discípulos y se sorprendieron de ver que la mujer derramaba un cántaro de agua sobre la cabeza de Jesús. Pero nadie le dijo: «¿Por qué ha hecho eso?» o «¿De qué discutías con ella?», La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: "He conocido un judio blasfemo, vengan y echémoslo de nuestra ciudad" (Pasaje inventado 4, 23)
¿Ridículo, no? ¿Empezar el dialogo denunciando los vicios morales de esta pobre mujer podría tener otro final? ¿Se puede invitar a alguien a cambiar de corazón sin antes mostrarle el hermoso horizonte de poseer un corazón puro?
¡Cuán distinta es la narración bíblica! Contemplando el sin sentido descrito líneas arriba resulta claro cómo Cristo hiló muy fino para alcanzar el corazón de la Samaritana. En éste pasaje - el original -, Cristo “se concentra en lo esencial, en lo necesario, que, por otra parte es lo que más apasiona y atrae, es lo que hace arder el corazón, como a los discípulos de Emaús” (Papa Francisco, entrevista). Antes de afrontar la situación moral de la mujer, Jesús le habla de la inmensidad del don de Dios, de la posibilidad de alcanzar la vida eterna y del extraordinario misterio de su propia identidad, el Mesías esperado. Es ahí, cuando el corazón de la mujer se abre a la persona del Señor, que Jesús encuentra el contexto adecuado para invitarla a hacer un cambio de vida.
Dicho esto, las palabras del Santo Padre caen por su propio peso: “Una buena homilía, una verdadera homilía, debe comenzar con el primer anuncio, con el anuncio de la salvación. No hay nada más sólido, profundo y seguro que este anuncio. Después vendrá una catequesis. Después se podrá extraer alguna consecuencia moral. Pero el anuncio del amor salvífico de Dios es previo a la obligación moral y religiosa. Hoy parece a veces que prevalece el orden inverso” (Papa Francisco, entrevista).
Considero que el “orden inverso” al que hace referencia el Papa es apostólicamente funesto - como he tratado de demostrarlo en el ficticio pasaje propuesto -; sin embargo, el olvido de la dimensión moral en la predicación y el anuncio del Reino de Dios, corre la misma suerte. La fe debe estar acompañada por las obras, por el esfuerzo de conformación con los pensamientos, los sentimientos y las acciones de Cristo. Una predicación que descuida el combate espiritual no propone una fe auténticamente cristiana. ¿Cuál es la solución, entonces? El Papa Francisco propone que debemos encontrar un nuevo equilibrio, uno donde exista una sana precedencia de la “frescura y el perfume del Evangelio”, que no es otra cosa que la emulación del apostolado de Cristo con la Samaritana. Jesús abre las puertas del corazón de la mujer con el anuncio reconciliador, y hallado el contexto, aunque sea una pequeña rajadura, invita al cambio concreto de corazón y de mente.
Hablar en contexto también implica el esfuerzo por abrirse a la complejidad de la condición concreta de cada persona, especialmente cuando esta realidad es el pecado. “Me dan miedo los laboratorios - dice el Papa - porque en el laboratorio se toman los problemas y se los lleva uno a su casa, fuera de su contexto, para domesticarlos, para darles un barniz. No hay que llevarse la frontera a casa, sino vivir en frontera y ser audaces”. En mi opinión el Santo Padre nos invita a afrontar los problemas morales actuales evitando los estereotipos y las generalizaciones. El aborto y las segundas nupcias, por poner un ejemplo, no pueden ser meros conceptos que aplicamos a los demás sin distinción de contextos, motivos, causas, sufrimientos o frustraciones. La problemática moral debe ser afrontada. ¡Eso sin duda! Pero con la audacia y la caridad de quien es capaz de sumergirse en el dolor ajeno, y conducir al hombre, como Cristo a la mujer Samaritana, hacia la reconciliación con Dios, con uno mismo, con los hermanos y con toda creación.
Creo que todo esto forma parte de lo que el Papa nos propone con su invitación a “saber a hablar en contexto”.
@mauricioartieda