La carta que Benedicto XVI ha escrito al matemático italiano ateo que sostiene en un libro que la única divinidad constatable es su ciencia aclara, con otras palabras, que tan verificable es una cifra divisible por dos como la existencia de tres personas distintas y un solo Dios verdadero.  En la misiva Raztinger defiende la historicidad de Jesús, puesta en cuestión por quien no tiene, sin embargo, ninguna duda sobre el nacimiento de Arquímedes, que no cuenta con el soporte documental de cuatro Evangelios, pero sí de un teorema que, mira por donde, hace agua con el Cristo que anduvo en la mar.
Creo que Benedicto XVI, que debe de estar encantado en el segundo plano, no rehúye el cara a cara porque entiende que es preciso poner los puntos sobre las íes, no para leerle la cartilla a nadie, sino para defender al hombre del relativismo, esa banalidad disfrazada de idea interesante que acota la inteligencia al prohibirle plantearse las grandes preguntas. Un ejemplo: en la carta Benedicto le explica al matemático que no coherente sustituir, como hace, a Dios por la naturaleza. Lógico: la fotosíntesis no es posible sin la Luz.