Si hace pocos días afirmábamos que el Documento Q, más allá de una ingeniosa entelequia, es un documento que no existe y que nunca aparecerá, o por lo menos tal como lo tenemos hoy día reconstruído (), el Padrenuestro de “Q”, según voy a tratar de explicar, representa un elocuente argumento de cuanto digo.
 
            El Padrenuestro, oración que como sabemos recogen tanto Mateo como Lucas y no Marcos, -y por descontado, tampoco Juan-, es el caso de libro por lo que al Documento Q, definido como el texto que recoge aquellos pasajes de Mateo y Lucas que no aparecen en Marcos, se refiere.
 
            En el Documento Q según lo reconstruyen James M. Robinson, Paul Hoffman y John S. Kloppenborg, publicada en español por Ediciones Sígueme y Peeters publishers, el Padrenuestro aparece recogido en el capítulo 11, versículo 2b-4, y reza como sigue:
 
            “La oración de Jesús (Mt 6, 713 Lc 11, 2b-4)
            2b [Cuando] oréis, [decíd]: Padre, que tu nombre sea santificado; que venga tu reino.3Danos hoy el pan necesario 4y perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a los que nos deben; y no nos pongas en tentación”.




            Vimos en su día (pinche aquí si desea conocerlo) que el Padrenuestro no se recoge de manera idéntica en Mateo y en Lucas. Cumple hoy traer aquí ambas versiones de nuevo y compararlas con la que según Robinson, Hoffman y Kloppenborg recoge “Q”, dándonos este cuadro.
 
 
 
Mateo
Lucas
Documento “Q”
1
Padre nuestro,
Padre
Padre
2
que está en los cielos
 
 
3
santificado sea tu Nombre
santificado sea tu Nombre
que tu nombre sea santificado
4
venga tu Reino
venga tu Reino
que venga tu reino.
5
hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo
 
 
6
Nuestro pan cotidiano dánosle hoy
danos cada día nuestro pan cotidiano
Danos hoy el pan necesario
7
y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores
y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe
y perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a los que nos deben;
8
y no nos dejes caer en tentación,
y no nos dejes caer en tentación
y no nos pongas en tentación
9
mas líbranos del mal
 
 
 
            Donde más allá de divergencias estilísticas sin mayor importancia a los efectos, observamos con nitidez que en este caso, “Q” es plenamente coincidente con Lucas en detrimento de Mateo.
 
            Ni que decir tiene que la razón de que ello sea así viene implícita en la teoría que da nacimiento a “Q”, a saber, que contiene aquello que es común a Mateo y a Lucas y nada que les haga divergentes, por lo que parece lógico que la versión de mínimos, en este caso la de Lucas, sea la escogida para elaborar “Q”.
 
            Y ahora los interrogantes. Ahí va el primero: si “Q” es la fuente de la que se valen Mateo y Lucas para elaborar su Padrenuestro… ¿por qué entonces Mateo añade los adornos que le añade a la oración salida de los labios de Jesús? Y si por el contrario los autores de “Q” pudieran admitir que “Q” es sólo una hipótesis y que a lo mejor en “Q” existían los pasajes que añade Mateo, ¿por qué entonces Lucas los omite?
 
            Ahora, el segundo. Los autores de “Q” se limitan a registrar el dicho de Jesús y nada dicen de las circunstancias en las que “nace” el Padrenuestro, lo que es así por dos razones: primera porque “Q” sólo recoge con alguna escasa excepción dichos, y la segunda, porque una vez más, y como vimos en su día (), el Padrenuestro mateiano y el Padrenuestro lucano “nacen” en momentos y circunstancias bien diferentes. Así las cosas, partiendo de la base de que “Q” es la fuente de la que Mateo y Lucas se valen para “elaborar” su Padrenuestro, parece bastante lógico que si la fuente era una fuente tan aséptica como “Q”, Mateo sitúe el Padrenuestro, como lo hace dentro de una colección de dichos que se inician con el Sermón de la Montaña y las Bienaventuranzas. Pero en el caso de Lucas ¿por qué el tercero de los evangelistas “se moja” tanto como para situarlo en una circunstancia muy concreta, a saber, apenas unos días antes de la pasión cuando Jesús se dispone a entrar en Jerusalén?
 
            Y la pregunta definitiva: ¿no obligan una cosa y otra a aceptar que la fuente de la que se valieron Mateo y Lucas para conocer y presentar el Padrenuestro fueron fuentes diferentes? En otras palabras, aunque el Padrenuestro se presente para muchos como una prueba más de que “Q” existió, la realidad es que, más allá de constituir una ingeniosa y hasta interesante teoría, es una de las mejores pruebas de que “Q” NO EXISTIO. Y que si existió algo parecido, lo será muy poco, confirmándose una vez más, que a lo mejor, y al igual que dice Jesús de Juan Bautista, “‘Q’ vino ya pero no lo hemos reconocido”, algo de lo que también hablaremos algún día, aunque no será hoy, amigo lector.
 
 
 
            ©L.A.
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