El 21 de septiembre, hizo 60 años que el Papa Francisco descubrió su vocación. Fue de repente. Tenía 17 años, y como él mismo le dijo a Sergio Rubin y a Francesca Ambrogetti, "me encontré con una cosa extraña. No sé qué era exactamente, pero cambió mi vida". Ahí se encuentra la raíz del sacerdote jesuita que entonces tomó como lema una expresión latina singular utilizada por el monje Beda para describir la llamada del apóstol Mateo cuando Jesús "se compadeció de él y lo eligió". Un lema que expresa a la perfección lo que el corazón del Papa afirmó en la famosa entrevista realizada a La Civiltá Católica, en unión a otras publicaciones jesuitas: "La conciencia de ser amado por Dios y la necesidad de responder a esta mirada". En este marco, se entiende el texto de la entrevista, sobre la que se han realizado mil interpretaciones. En ella, el Papa compara la Iglesia con un hospital de campaña, donde hay tareas urgentes, ("curar heridas"), y otras que pueden esperar a una fase posterior ("medir el colesterol y el azúcar"). Así, expresa que "la acogida de las personas y el anuncio del Evangelio deben darse antes de empezar la formación en temas morales". Tambien ha sorprendido a la prensa mundial, al declarar: "Jamás he sido de derechas", frase que ha que ha tenido que puntualizar Spadaro, el autor de la entrevista, precisando que el término "hay que entenderlo dentro de su experiencia de Argentina, de lo que significaba en la época de la dictadura ser de derechas". ¿Cuál es el secreto del Papa Francisco para haber irrumpido con tanta fuerza y convicción en el mundo? Probablemente, podríamos sintetizarlo en esta frase: que "se comunica con el corazón".
No hace mucho, el arzobispo Bruno Forte señalaba los "tres secretos" del Papa, para haber logrado tocar el corazón de los jóvenes. El primero es que "les toma en serio, les responsabiliza, haciéndoles sentir cuán grande es el don que Dios le ha dado a cada uno regalándoles su libertad y, en consecuencia, la posibilidad de hacer elecciones de amor y de fidelidad". En segundo lugar, Francisco apasiona a los jóvenes porque muestra con la elocuencia de los gestos, antes aún que con las palabras, "cuán importante es servir a Jesús en los pobres", haciendo nosotros mismos opciones de pobreza, de sobriedad de vida: el uso de un coche sencillo para moverse, la visita a la gran favela de Rio, Varginha. Por último, el Papa Francisco toca el corazón de los jóvenes porque lo que hace se corresponde a lo que se esfuerza por ser desde toda la vida, y les hace sentir "cuán bello es comprometerse en la gran barca de Pedro", la Iglesia que el Señor confió a su guía suprema. Son tres preciosos secretos que convierten a Francisco, en un hombre cercano, espontáneo, que sabe escuchar las preguntas más profundas de nuestro corazón, y que nos ayuda a comprender lo que cuenta de verdad. Nos compromete, nos ama.