Cada vez que S.S. Francisco dice o escribe algo, se activan los titulares de los principales medios de comunicación. Ciertamente, el Papa es una figura destacada, posiblemente el líder más conocido alrededor del mundo. Al menos, si se le considera desde el punto de vista moral que –por cierto- no es poca cosa; sin embargo, lo que resulta preocupante es que los sectores menos equilibrados de la Iglesia, estén intentando legitimarse a partir de su pensamiento, sin importar que las personas ajenas a los debates entre tradicionalistas y progresistas, se confundan en medio de tantos dimes y diretes ajenos a la voluntad del Papa.
La Santa Sede; especialmente, el P. Federico Lombardi, tendrá que hacer un arduo trabajo, evitando que se produzca un ambiente marcado por la descontextualización de las enseñanzas del Papa. La claridad es clave para mantener la identidad de la Iglesia de cara a los nuevos desafíos. De otra manera, los cristianos de calle, aquellos que se encuentran desconectados de las grandes discusiones académicas, podrán sentirse solos, incluso preocupados ante tantas versiones contradictorias. Lógicamente, no ha sido el vocero la causa de la confusión generalizada, sino las lecturas extremas que nunca faltan. Por esta razón, es importante matizar y, desde ahí, seguir adelante con el cambio de tono querido por el Papa.
Por ejemplo, sobre el aborto, se ha dicho que Francisco tiene una postura un tanto rebuscada; sin embargo, ¡esto no es verdad! Simple y sencillamente, ha querido que las Conferencias Episcopales de cada país, asuman la responsabilidad de presentar y argumentar la posición de la Iglesia a favor de la vida en todas sus etapas. Podemos estar en desacuerdo con la nueva estrategia, lo que no se vale es insinuar que el Papa le ha restado importancia al tema.
Es necesario que Francisco siga como va, que no tenga miedo de dar una o varias entrevistas, solamente hay que saber acudir a las fuentes, en lugar de aceptar noticias fuera de contexto.