Estas insólitas palabras..., tuvieron que escuchar mis oídos y el de otros dos amigos muy entregados al Señor, en una fiesta de conmemoración de las bodas de oro de un matrimonio amigo, en el agradable jardín de su casa donde se celebraba la fiesta. Yo me encontraba charlando con otro amigo hombre de una arraigada y profunda fe y estábamos charlando precisamente de la fe de algunas personas, que cuando ya en esta vida quiere el Señor que en determinados momentos de sus vidas, su fe desaparezca y se trasforme en una cuasi evidencia. Y también de que como un profundo desarrollo de la vida espiritual del alma de una persona va adquiriendo la transformación de lo que empezó siendo fe, y se va fortaleciendo de tal forma que la fe inicial pasa a ser una cuasi evidencia

            Y fue entonces, cuando se nos une al grupo otro amigo conocido y este nos presenta a un jubilado diplomático, ponderándonos en la presentación de que se trataba de un hombre muy culto y entendido de todo. Lo recibimos con agrado y entró en nuestra conversación sobre Dios, “Dios está obligado a pedirle perdón a nosotros y a la humanidad en general, por los males, por los que hemos pasado, o que Él ha permitido que no sucediesen”. Mis dos amigos y yo, al oír estas palabras pegamos un respingo y nos miramos los tres entre sí; ellos dos, se quedaron callados y me sentí obligado a hablar.

            Mi dio mucha tristeza, de que un hombre culto, que se manifestaba creyente y que incluso reconocía que la fe era un don gratuito de Dios, y ponía mucho énfasis en la palabra gratuito, con lo cual caía en el error, de ignorar que todo lo que viene de Dios es siempre gratuito, y si se trata de gracias o dones, todo es gratuito, y a esta gratuidad nosotros solo, podemos pagar con la moneda de nuestro amor que es lo que más le interesa al Señor de nosotros, que le amemos. Me dio pena como decía, que alguien sostuviese una barbaridad tan grado como es la afirmación de tal grado que lo único que demuestra es un toral desconocimiento de quien es Dios.

            Lo que este hombre había afirmado no era otra cosa, más que una de las muchas afirmaciones que se contienen, en la llamémosla teorías que crea el demonio para nuestra perdición, porque el demonio quiere que a lo suyo la llamemos Teología del demonio o demoniaca, y así sin darnos cuenta le estamos dando al demonio una categoría de Dios y un plano de igualdad con Dios. Si analizamos la etimología griega del término teología, veremos que se descompone, en el término Teos, que significa Dios y Logos que significa conocimiento, luego la teología es el conocimiento o tratado de Dios, y Dios solo hay uno y nadie existe no ya superior a Él sino ni siquiera igual, que es la pretensión demoniaca.

            Existe en el género humano, una ignorancia de lo que podríamos denominar la grandeza de Dios, el hecho de que Dios por ignoradas razones, nos ame de esa forma tan grande y especial a cada uno de nosotros, y esto les da píe a muchos, para ignorar la gran diferencia que media entre Dios y nosotros. Personalmente me ayuda mucho, para tratar de comprender la grandeza de Dios y la absoluta infinidad y pequeñez de nosotros el estudio y conocimiento de la astronomía.

            Es ridículo exigirle a Dios que nos pida perdón, esta absurda idea, como todo lo que no tiene sentido y trata de humillar a Dios y su iglesia, son maquinaciones demoniacas. En los recientes últimos tiempos, estamos contemplando unas campañas contra la iglesia y también contra muchas instituciones en el mundo, con el objetivo de que sean humilladas personas, instituciones y por supuesto la Iglesia exigiéndole que pida perdón, muchas veces por cosas, sin ton ni son. Y lo curioso es que quienes exigen estos perdones, son personas que la mayoría de las veces ni cree en Dios ni en su iglesia, porque en definitiva de la que se trata es humillar. Pero estos ignorantes, no se dan cuenta, de que la humillación, es siempre una oportunidad de fomentar la humildad, que es la gran enemiga de la soberbia.

            Para sacar este hombre de su error y de la barbaridad que acababa de afirmar, tenía varios caminos, escogí uno que entendí que era el más acorde con su formación e idiosincrasia, se trataba y se trata de las afirmaciones que ya de niño, le hizo Alfred Einstein a uno de sus profesores que le planteo el sofisma de que Dios al ser creador de todo existente fuese eso visible e invisible , Dios tenia maldad porque el mal existe y no tenemos más que leer un periódico o salir a la calle para comprobar la existencia del mal. A esto Einstein le respondió preguntándole:

            El joven se paró y preguntó: Profesor, ¿el frío existe? ¿Pero qué pregunta es esa?… Lógico que existe, ¿o acaso nunca sentiste frío?

            El muchacho respondió: "En realidad, señor, el frío no existe. Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en verdad es la ausencia de calor. Todo cuerpo u objeto es factible de estudio cuando posee o transmite energía; el calor es lo que hace que este cuerpo tenga o transmita energía”.

            Y, ¿existe la oscuridad?  Continuó el estudiante. El profesor respondió: Existe. El estudiante respondió: La oscuridad tampoco existe. La oscuridad, en realidad, es la ausencia de luz. “La luz la podemos estudiar, ¡la oscuridad, no! A través del prisma de Nichols, se puede descomponer la luz blanca en sus varios colores, con sus diferentes longitudes de ondas. ¡La oscuridad, no!  “¿Cómo se puede saber qué tan oscuro está un espacio determinado?            Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio.” “La oscuridad es una definición utilizada por el hombre para describir qué ocurre cuando hay ausencia de luz.”

            Finalmente, el joven preguntó al profesor: Señor, ¿EL MAL EXISTE? El profesor respondió: Como afirmé al inicio, vemos estupros, crímenes, violencia en todo el mundo. Esas cosas son del mal.

            Dios no creó el mal. El mal es el resultado de la ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos.

Es igual a lo que ocurre con el frío cuando no hay calor, o con la oscuridad cuando no hay luz.

            Básicamente el problema de nosotros al igual que el problema que tuvo lucifer cuando, se sublevó es la dichosa soberbia el vicio más abominable, y padre de todos lo vicio y ofensas del hombre a Dios y es precisamente ahí, donde encuentra la generación del mal. Todos sabemos que Dios es el Sumo Bien por excelencia, no hay otro, es la plenitud de la Luz, pero ¡ojo! No confundamos la pobre luz material que nos da la materialidad del sol y que es lo que ven nuestro pobres ojos materiales que tenemos en la cara, con la Luz divina que emana del rostro de Dios y que al ser una luz espiritual solo puede ser captada por los ojos de nuestra alma, salvo que Dios disponga otra cosa y permita como sucedió en el Thabor que los tres apóstoles captaron la transfiguración con los ojos de sus caras. Y por último lo más importante que es el amor, porque Dios tal como nos dice San Juan es amor y solo amor (Jn 4,16).   Y estos tres elementos que nos definen a Dios: Bien Luz divina y Amor, tiene tres antítesis, no creadas por Dios y sin propia entidad que son: El mal, las tinieblas, y el odio, que son los tres elementos que nos definen a nuestro enemigo el demonio.

            Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

            Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

            La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista ReL, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.

Si se desea acceder a más glosas relacionadas con este tema u otros temas espirituales, existe un archivo Excel con una clasificada alfabética de temas, tratados en cada una de las glosas publicadas. Solicitar el archivo a: juandelcarmelo@gmail.com