Un editorial de El País mezcla el fin del celibato con el inicio del sacerdocio femenino para concluir que una cosa debe de llevar a la otra. Aunque la relación entre castidad clerical y mujer con hábito es aún menos perceptible que la que une al calmante vitaminado con la unción de enfermos, el laicismo mediático advierte a la curia de que o la Iglesia va con los tiempos o irá a ninguna parte, que es la capital de a pique.
El periódico de referencia pide a Francisco que dé el primer paso a fin de que el clero cuente siempre con un retén de guardia para dar misas. El País, muy preocupado por el futuro de la Iglesia, asegura que hay 58.000 curas casados, sotana arriba, sotana abajo, que están dispuestos a volver a combatir desde el altar la perdición del mundo siempre que no tengan que renunciar a los bienes gananciales.
De manera que si el Papa deroga la norma del celibato habrá sacerdotes suficientes como para satisfacer las necesidades de salves de toda la población mariana desperdigada por la tierra de María Santísima. Y, si acepta que la mujer oficie, las chicas de hoy en día son capaces de adaptarle el estribillo que brindaron a Zapatero: ista, ista, ista, Francisco es feminista. El problema es que después el feminismo le exigiría listas cremallera en los dicasterios sin tener en cuenta que allí nadie se viste por los pies.