El fundador del diario La Repubblica, Eugenio Scalfari, está convencido de que Dios es un invento de los que le tienen miedo a la oscuridad para poder pegar ojo por la noche acunados por un nana vacía de contenido pero llena de ritmo. Por eso ha publicado en su periódico una carta abierta al Papa en la que le plantea una serie de preguntas, mitad retóricas mitad del millón, que, so pretexto de abrir el juego por las bandas de la Religión, de atacar con alegría, son puro catenaccio laicista. De lo que se deduce que el laicismo es a Jesús lo que Javier Clemente al tiqui taca.
Si Scalfari tuviera dudas sobre la existencia de Dios, las preguntas dirigidas a Francisco tendrían sentido, pero, puesto que no cree, hacerlas por escrito no es más que un ejercicio literario que no puntúa para el examen final. No parece que persigan poner en un aprieto al Pontífice, así que tal vez le guía tan sólo la intención de abrir un debate intelectual de altura en torno al Altísimo. Sin embargo, las interrogaciones del editor tampoco son gran cosa. A qué viene preguntar si Dios perdona también a los que no creen en Él cuando Dios mismo tiene dicho por su Hijo que los últimos serán los primeros.