Antes de entrar..., en el cuerpo de esta glosa conviene que aclaremos conceptos. Lo primero de todo por aclarar, es lo que debemos de entender por vicio. El teólogo dominico Royo Marín, nos dice que: Con la repetición de actos malos, se adquiere poco a poco un hábito malo que recibe el nombre de vicio. Desde luego que en la raíz del acto humano, siempre encontraremos el bien o el mal. La sucesión de actos humanos dará origen a la bondad o la maldad de estos actos, de acuerdo con la raíz donde ellos se apoyen, sea en el bien o en el mal.

            Pero prescindiendo de toda de toda correcta definición teológica de lo que es el vicio, y en términos amplios y vulgares podemos definir el vicio, como: Todo hábito humano no querido por Dios ya que directa o indirectamente lo ignora lo menosprecia o le ofende a Él. Como sabemos el pecado, sea este de la clase que sea, es siempre una ofensa a Dios, porque precisamente esa es su esencia, la de ofender a Dios no dando cumplimiento directo a sus mandatos, o indirectamente tratar de esquivarlos. Si resulta que el acto que forma parte del vicio, ofende a Dios, lógicamente con más razón el vicio ofende a Dios. Todo vicio ofende desde luego, ofende a Dios. Y hecha esta afirmación, estoy seguro, que alguien puede pensar: yo tengo el vicio de fumar y no por eso estoy ofendiendo a Dios cada vez que enciendo un cigarrillo.

            Pues bien se le ofende, todos tenemos una obligación de cuidar nuestro cuerpo al igual que hemos de cuidar nuestra alma. Tanto quebrantamos la voluntad divina, no cuidando de nuestro cuerpo, como no cuidando de nuestra alma. El tabaco es una droga de suaves efectos dañinos, pero al fin y al cabo es una droga que daña nuestro cuerpo.  Ofende pues a Dios, aunque sea levemente, el que atenta contra la salud de su cuerpo, sea fumando o sea, comiendo en exceso y por puro placer de satisfacer el paladar. También existe una falta de caridad, en cuanto, el que fuma por satisfacer su vicio, obliga a respirar un aire que en general es dañino para el resto de personas que convivan con el fumador y sobre todo para aquellas personas, que tengan una dolencia del pulmón. Existen muchas personas que tienen un enfisema pulmonar leve crónico y que como pasa con muchas enfermedades, el paciente ni siquiera sabe que tiene la enfermedad.

            No pensemos que el pecado de gula, se limita a comer mucho, porque también se ofende a Dios, buscando selectos manjares y experimentados cocineros, que ayudan a la creación de un culto al vientre. Recordemos que en los banquetes de los romanos era frecuente ir al vomitorium, para vaciar el estómago por la boca y así poder seguir comiendo lo que se les apeteciese. Mirando lo que veo, no me parece que estemos muy lejos, de llegar a esta aberración, y al paso que vamos caminando, todo será cuestión de tiempo. Y no pensemos que los romanos eran unos depravados hedonistas, porque si se nos compara con ellos, es de ver, que ni los matrimonios entre seres del mismo sexo, ni el aborto, ni los preservativos, fueron invención de los romanos.

            Siguiendo con los vicios, diremos que de una forma u otra, donde hay un vicio sea del cuerpo o de nuestra alma, hay una clara ofensa al Señor. Al Señor podemos ofenderlo con un acto individual que da origen a un pecado, o con un hábito continuado de un mismo pecado que es lo que llamamos vicio, y cuya categoría de ofensa a Dios es superior a la del acto individual que da origen a un solo pecado. Las ofensas, habituales que denominamos vicios, son muy variadas pero todas nacidas siempre del quebrantamiento de la Ley divina, que es como decir del quebrantamiento de la voluntad de Dios, esencialmente; estas son de dos clases, leves y capitales, según respondan o hayan sido generadas por pecados veniales o mortales. Es decir, hay vicios veniales y vicios mortales. Los vicios de carácter mortal, son aquello en lo cuales entra en su formación cualquiera de los siete pecados capitales, ellos son: Soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.

            Modernamente se ha hablado de unos nuevos pecados capitales. El 10 de marzo de 2008, el regente del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica del Vaticano, cardenal Gianfranco Girotti, presentó la siguiente lista, que ha sido divulgada ampliamente por los medios de comunicación, con la denominación de pecados sociales o nuevos pecados capitales:

·                  Realizar manipulaciones genéticas.

·                  Llevar a cabo experimentos sobre seres humanos, incluidos embriones.

·                  Contaminar el medio ambiente.

·                  Provocar injusticia social.

·                  Causar pobreza. Enriquecerse hasta límites obscenos a expensas del bien común.

·                  Consumir drogas.

            No obstante, fuentes de la Iglesia católica han matizado que esas declaraciones no suponen una nueva lista de los siete pecados capitales, y que no se ha producido sobre tal cuestión ninguna novedad dogmática.

            ¿Hasta qué punto, no son estos pecados capitales? Desde luego la Iglesia no se ha pronunciado, pero no cabe duda que existe una clara repugnancia de estos hábitos para todo católico, aunque no sean muy practicantes y para toda persona que sin ser católica, conserve en su corazón la impronta divina de la Ley moral. Por otro lado, no cabe la menor duda, que en todo caso aunque se trata de pecados veniales, pero de tal tamaño, que esto a uno le hace recordar las frases de San Agustín, sobre la cuantía y consecuencias de los pecados veniales: “¿Qué cosa más exigua que un grano de arena? Y, sin embargo, si echas demasiada en un barco, llega a sumergirlo. (…). ¿Qué más te da sucumbir bajo una masa de plomo que bajo un montón de arena?”.

            Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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