Un silencio sepulcral en los 80.000 espectadores que llenaban el campo. Los dos equipos que jugaban la final estaban empatados y, cuando faltaba un minuto, el árbitro señaló un penalty. Una gresca impresionante entre el público que abarrotaba el campo. Un montón de jugadores rodeando al árbitro discutiendo si había habido o no la falta castigada con penalty. El árbitro sacó una tarjeta roja y tres amarillas, hasta que se impuso un poco de cordura, se calmaron los ánimos y se pasó a ejecutar el penalty.

Se comprende esa escaramuza porque de ganar uno u otro dependía el entrar en la Copa Europa o quedarse fuera. Entrar o no en la Copa Europa suponía para el club una cantidad enorme de millones de euros, sobre todo, si seguía el equipo ganando a sus rivales, pudiendo llegar a tal número de millones que no sé si cabrían en las arcas del club. Total, que todo dependía de que el lanzador del penalty metiese el balón en la portería contraria.

A mi lado había un niño que, al ver que se estaba formando un tumulto con un griterío ensordecedor, le preguntó a su papá: ¿por qué discuten y gritan tanto? Ay, hijo, porque si meten el penalty, van a ganar muchísimos millones. Y sigue preguntando el niño: ¿por meter un penalty tantos millones? Yo el otro día metí uno y no me dieron nada. El padre no se lo explicó en ese momento porque iba a lanzarse ya el dichoso penalty.

La verdad es que uno se pregunta: ¿no nos estaremos excediendo al poner la economía por delante de la persona, cuando es de sentido común que, tanto el dinero como las demás cosas creadas por Dios están puestas para que todos, todos, nos sirvamos de ellas? ¿No nos damos cuenta de que, al poner en un segundo plano a la persona, trastocamos el orden natural de las cosas ya que el Creador puso todo al servicio del hombre ya que todos los hombres tenemos la misma dignidad? ¿No estaremos rebasando la línea roja en una reducción a la pura economía del descanso y del recreo que nos deben ayudar a ser persona? ¿Ven Uds. lógico que se paguen decenas de millones por un fichaje de quien sabe darle pataditas a un balón y que algunos deportistas estén más cotizados que grandes científicos con años y años investigando en la ciencia o en la cátedra, formando a jóvenes para que puedan ser el día de mañana los técnicos que necesita nuestra sociedad? A mí no me parece lógico; no sé si a Uds. Con ello no quiero decir que sea malo el deporte; al contrario, favorece el desarrollo de la persona, y es también bueno para distraerse con el espectáculo, dejando de lado los problemas de cada día.

Está también la agravante de que por intereses económicos, se le priva al pueblo de poder ver un deporte que le gusta y le distrae, porque si lo quiere ver, ha de abonarse a televisiones de pago; y se le priva de verlo, sobre todo, ahora en tiempos de crisis; y aunque no estuviésemos en crisis, muchos no pueden abonarse porque, de hacerlo, se habrían de privar de algo necesario para la familia. ¿No cabría legalmente escoger para los fines de semana, por lo menos una o varias transmisiones deportivas de las más valoradas por la gente y emitirlas gratis para que todos las pudiesen ver? ¿No serían esas retransmisiones un bien común para todos aquellos que no disponen de posibilidades económicas y que han de tentarse muy bien antes de ver en qué van a gastar el sueldo de cada mes?

Y por último, ¿pensamos que la manera de actuar en el campo del deporte rey, es la mejor para el bien común de nuestra sociedad? No sé cuántos millones se moverán en el fútbol; no creo que resulte fácil dar una cantidad concreta. Lo cierto es que son muchísimos. No creo que sean los mejor empleados para el bien de nuestra sociedad. Repito que todos somos conscientes de que hay muchas necesidades y carencias sociales, y la mayoría del pueblo no está para abonos deportivos.

No sé si sería positivo fomentar y extender la idea de noue no se abonasen a las ofertas que se hacen para ver el deporte; pienso que si caminásemos en esa línea de no abonarse a las cadenas de pago, sería posible ir solucionando el problema, porque al final, no tendrían más remedio que ir bajando las pretensiones económicas de los canales de pago y todo el mundo podría disfrutar gratis de las competiciones deportivas cada fin de semana. Y en este campo creo que debería el Estado legislar buscando lo que siempre debe buscarse en las leyes y normas: que sean razonables y que estén en función del bien común.

Quiero añadir que también es cierto que cuando uno escribe sobre cuestiones como ésta, tiene la impresión, algo así como la que tienen los abuelos cuando aconsejan a los nietos para que hagan o dejen de hacer ciertas cosas. Tienen la impresión de que no van a ser escuchados y que los nietos van a seguir con las mismas.

José Gea