Los seres humanos…, hemos creado un potaje con los significados de los término, mezclando términos que deben de tener un solo significado, con otros similares a los que les atribuimos un significado que no le corresponde. Es decir, en referencia a lo material y a lo espiritual son muchos los términos que como consecuencia de un uso indebido de ellos, los hemos convertido en ambivalentes, cuando deberían de estar diferenciados, sus significados. Todo esto es muy frecuente cuando se trata del manejo de términos que indistintamente los empleamos para referirnos a cuestiones o contenidos, de orden, material o espiritual. Así algo relacionado solo con nuestra parte espiritual, es decir con nuestra alma, lo empleamos para expresar algo relacionado con nuestra parte material, es decir con nuestro cuerpo. Por ejemplo los términos tinieblas y oscuridad, parecen ser términos similares, pero no lo son, aunque si acudimos al DRAE, veremos que ambos términos se definen cono falta de luz.

            Esto es una consecuencia de no tener las ideas claras. Y no las tenemos, porque siempre desde niños, nos preocupamos y nuestros mayores se preocupan más, de desarrolla nuestra pare material, es decir nuestro cuerpo, más que desarrollar la parte espiritual, es decir nuestra alma. Y dentro del desarrollo de nuestra parte material, existe un desmedido afán de que los niños se conviertan en catedráticos de ciencias exactas y especialmente que sean unos buenos matemáticos, marginándose, como trastos inútiles las humanidades o ciencias sociales, Y no digamos ya de las asignaturas directamente referidas al desarrollo espiritual de nuestras almas. Porque así, se lo hicieron a ellos y ellos así se lo hacen a sus descendientes.

            Solo pocas madres y abuelas sacrificadas, se toman en serio este problema, de desarrollar las almas de sus hijos o nietos, pero desgraciadamente, en la mayoría de los casos, sin la ayuda de los varones, de la familia; padres  y abuelos Esto trae como consecuencia, primeramente esa dichosa visión antropomórfica que tenemos todos, de ver todo lo relacionado con Dios, que es un Ser espiritualmente puro, lo imaginamos con cuerpo humano, vestidura y sentado en un trono con su corona y todo y en segundo lugar, la faena que nos hacen, al no despertar en nosotros la necesidad de desarrollar nuestra vida espiritual, lo cual nos trae como consecuencia la de perdernos los goces y dulzuras, que Dios le dona a las almas que se le entregan a su amor. Concretamente no olvidemos que uno de los doce frutos del Espíritu Santo, es el Gozo espiritual, desgraciadamente poco conocido y que se refiere al goce que ya aquí abajo, puede tener nuestra alma si intensifica su relación de amor con el Señor.

            Hay que distinguir entre las tinieblas y la oscuridad. Las tinieblas, más bien un término espiritual. Las tinieblas es lo propio del infierno. En el mundo del espíritu, solo existen las tinieblas que debe de definirse, como una carencia de la Luz divina. La luz divina, esa luz que los tres apóstoles contemplaron el Monte Thabor, cuando el Señor se transfiguró ante ellos, esta luz divina, no tiene nada que ver con la luz material, que captan  los ojos de nuestra cara y que esencialmente la recibimos del sol. La captación de la luz tabórica o divina, solo pueden captarla los ojos de nuestra alma, si es que ella se encuentra, lo suficientemente desarrollada en su vida espiritual, como para que se le hayan caído las legañas de sus ojos espirituales, cosa esta que no es lo corriente. Pocas son las almas que han recibido este don divino.

            Pero ocupándonos de los significados de los términos tinieblas y oscuridad, vemos que, así como las tinieblas se producen siempre en el orden espiritual, cuando desaparece la Luz divina. La oscuridad, nace de la falta de luz material. Cuando el sol directamente y la luna por reflejo dejan de alumbrarnos, decimos que cae la noche. La noche nos produce una oscuridad, que tratamos de remediarla por medios materiales auxiliares inventados por el hombre, sea este medio una vela o una bombilla eléctrica. Pero lo importante es que consideremos que el término noche es ambivalente., porque existe una noche material que todos conocemos y se nos produce cada veinticuatro horas de nuestra vida y afecta a nuestro cuerpo y una noche espiritual que todos, más de una vez puede ser que la hayamos experimentado y que afecta a nuestra alma.

            San Juan de la Cruz, como sabemos ha tratado profundamente este tema. Al final la noche del alma, con todo el sufrimiento y angustia que ella proporciona a quien la sufre, es un regalo que Dios nos proporciona, con la finalidad de que purifiquemos nuestra alma, porque el sufrimiento tiene un tremendo valor purificativo para nuestra alma. No voy a entrar en el contenido espiritual de lo que nos explica San Juan de la Cruz acerca de la Noche oscura, porque en más de una glosa ya hemos tratado sobre este tema, pero si decir que todo sufrimiento humana debidamente aceptado por amor a Dios es una pequeña noche oscura que Dios regala al alma de que se trate. Al tiempo que estoy escribiendo esto, pienso que si lo lee un no creyente eso de que el sufrimiento es un regalo de Dios, dirá para sí: ¡Este tío esta chalao!

            Todos somos personas diferentes y todos más de una vez en la vida, mucho más si esta ha sido dilatada hemos padecido, una pequeña, mediana o grande noche oscura, producto de una situación material o espiritual. Y si hemos sido capaces de aceptar humildemente y por amor al Señor, nuestro dolor o sufrimiento, haya sido este material o espiritual, hemos dado un paso grande en nuestro camino hacia Dios, pues hemos purificado nuestra alma y más vale pasar un purgatorio ahora, en este mundo que más tarde cuando fenezcamos.

            La noche material, por un lado puede ser espiritual y está en nuestras manos. Sacarle provecho espiritualizándola. Conviene que recordemos, que el Señor eta amante de la noche para orar, así: “22 Obligo luego a los discípulos a subir en la barca y precederle a la otra orilla, mientras El despedía a la muchedumbre. 23 Una vez que la despidió, subió a un monte apartado para orar, y llegada la noche estaba allí solo”. (Mt 14, 22-23).

            En la liturgia de las horas, se reza un himno, que personalmente disfruto cuando toca leerlo, que es una vez al mes en Tiempo Ordinario. Hace referencia este himno a la importancia de la noche en la vida espiritual del hombre, y dice así:

            La noche no interrumpe tu historia con el hombre;
                        La noche es tiempo de salvación.
            De noche descendía tu escala misteriosa hasta la misma piedra donde Jacob dormía.
                        La noche es tiempo de salvación.
            De noche celebras la Pascua con tu pueblo, mientras en las tinieblas volaba el exterminio.
                        La noche es tiempo de salvación.
            Abrahán contaba tribus de estrellas, cada noche; de noche prolongabas la voz de la promesa.
                        La noche es tiempo de salvación.
            De noche, por tres veces, oyó Samuel su nombre; de noche eran los sueños tu lengua más profunda.
                        La noche es tiempo de salvación.
            De noche, en su pesebre, nacía la Palabra; de noche lo anunciaron el ángel y la estrella
                        La noche es tiempo de salvación.
            La noche fue testigo de Cristo en el sepulcro; la noche vio la gloria de su resurrección.
                        La noche es tiempo de salvación.
            De noche esperaremos tu vuelta repentina, y encontrarás a punto la luz de nuestra lámpara.
                        La noche es tiempo de salvación.

        No desperdiciemos nunca la noche, cuando apoyemos nuestra cabeza sobre la almohada, no pensemos en nuestros problemas y preocupaciones, sino en el amor que nos cobija y no protege, porque así es, aunque no lo veamos ni lo comprendamos. Que lo que salga de nuestro corazón sea el amor al Señor: “45* El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas, y el malo saca cosas malas de su mal tesoro, pues de la abundancia del corazón habla la lengua”. (Lc 6,45).

            Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

            Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

            La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista ReL, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.

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