El Señor nos dejó dicho:… “15 Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.16 El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará”. (Mc 16,15-16). Todos tenemos la obligación como cristianos de propagar el Evangelio por los medios que tengamos a nuestro alcance y de ello se nos tomarán cuenta. Es por ello que San Pablo nos dice: “Lo que uno siembre eso cosechara. El que siembra para la carne, de ella cosechara corrupción; el que siembra para el espíritu, del Espíritu cosechara vida eterna”. Ga 6,7b-8). También San Pablo nos dice: “La fe viene de la audición; y la audición por la palabra de Cristo”. (Rm 10,17).

            Pero el mundo es pura materia, nuestro cuerpo es materia, y nuestra vida humana, se desenvuelve dentro de lo material, por ello bien sabemos que la evangelización, la proclamación de la Buena nueva, tiene también una proyección material. Y dentro de esa proyección material, el agua ha tenido un gran protagonismo, sea directamente o sea por simbología espiritual. Así en este último supuesto todos conocemos el encuentro del Señor, con la samaritana, en el pozo de Siquem. Tras una larga conversación del Señor con la samaritana, que se inicia pidiéndole Él a la samaritana que le diera de beber, esta le responde: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, mujer samaritana? Porque no se tratan judíos y samaritanos. 10* Respondió Jesús y dijo: Si conocieras el don de Dios y quien es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías a Él, y Él te daría a ti agua viva”. (Jn 4,9-10). Existen otras alusiones simbológicas al agua, como en la Fiesta de los Tabernáculos, el llamado Discurso del Señor sobre del agua simbólica, cuando el Señor dijo: "37 El último día, el día grande de la fiesta, se detuvo Jesús y gritó, diciendo: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. 38 Al que cree en mí, según dice la Escritura, ríos de agua viva manarán de sus entrañas 39 Esto dijo del Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en EL, pues aún no habían sido dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado”. (Jn 7,37-39).

            Pero al margen de estas referencias evangélicas, el agua bíblica e históricamente ha tenido un gran protagonismo en la evangelización del mundo. Cinco circunstancias históricas son dignas de mencionar, y todas ellas se desarrollaron sobre el agua, bien sea de mares, de ríos o de océanos. Los cinco acontecimientos en los que tiene al agua como elemento que las relaciona en el desarrollo de nuestra fe en el mundo, son   estos:

       Es sobradamente conocido, el milagro de la separación de las aguas en el Mar rojo, para que el pueblo de Israel pudiese cruzar este brazo de mar, a pie enjuto y el posterior derrumbe de las aguas sobre el ejercito del faraón. Modernamente, han encontrado en el fondo de este mar, restos de los carros y del ejercito del faraón, lo que da una plena verosimilitud a la existencia de este hecho bíblico, como no podía ser de otra forma, puesto que cuando no se negaba, se trataba de justificar este hecho, aludiendo a que realmente no se trataba del propio mar rojo sino solo de una zona pantanosa al norte de este. Dispongo de una interesante presentación en pp, que dá fe de la existencia de este milagro y que pongo a disposición de cualquier lector que me lo solicite.

            El cruce del mar rojo, daba por concluido el peligro de caer en las manos de las tropas del faraón para hacerlos volver al pueblo del Señor a la situación de esclavitud en que vivían en Egipto. Realmente con el cruce del mar rojo, se inician los cuarenta años de vida en el desierto del pueblo de Israel, alimentado y protegido por el Señor, que se relacionaba con Moisés y este recibía las órdenes de Yavhe.

            Acabado los cuarenta años. Moisés y el pueblo de Israel, llegan a la vista de la tierra prometida, una tierra que mana leche y miel. Pero Moísés, fenece en el monte Nebo a la vista de la tierra prometido y será su segundo Josué el que por indicación del Señor tome el mando e inicie la conquista, pero para ello ha de atravesar el río Jordán y conquistar la primera ciudad que era Jericó. El río fue atravesado también a pie enjuto por los israelitas. Cuando los portadores del Arca de la Alianza, pusieron sus pies en el agua del Jordán, el agua que bajaba, paró de correr y se embalsó más arriba del vado por donde se cruzó el río. Cuando el último hombre que portaba los varales del arca de la alianza, dejó el vado del río, las aguas volvieron a su cauce. Como sabemos la conquista de Jericó se realizó fácilmente cuando Josué, dio la orden de que se tocasen las trompetas, tal como le había ordenado el Señor y al sonido de estas, las murallas se derrumbaron solas. Así se inició la conquista de la tierra prometido, cruzando el río Jordán.

            El siguiente río protagonista es el de río Tiber al norte de Roma, a la altura del puente Milvio. Constantino aún era pagano, pero ya sea por la influencia de su madre Santa Elena, o simplemente porque Dios así lo dispuso, que es la auténtica razón que elimina toda controversia histórica sobre este punto, simpatizaba con los cristianos.  Se cuenta que su conversión, fue el resultado inmediato de un presagio, antes de su victoria en la batalla del puente Milvio. Constantino tuvo una visión. Vio en sueños una cruz en el cielo al mismo tiempo que una voz divina le indicaba que con ese signo vencería, “in hoc signo vinces”. Constantino hizo decorar los escudos de sus soldados con el símbolo de la cruz y se lanzó contra el ejército enemigo. El emperador Constantino, se percató enseguida de que los jinetes de Majencio, que era el emperador enemigo, tenían desprotegido el vientre de sus monturas, por lo cual le resultó fácil para sus tropas destripar a la caballería enemiga. Finalmente, venció después de una dura lucha.

            El mismo Majencio murió ahogado en el río, durante la batalla, cuando su ejército huía ante la acometida de los hombres de Constantino, en razón al peso de su propia armadura. Sólo su cabeza volvió a Roma al día siguiente, cuando Constantino la exhibió en señal de victoria. Tras esta visión, Constantino instituyó un nuevo estandarte para marchar a la batalla al que llamaría “lábaro” y en él la cruz era el signo predominante. El triunfo de Constantino, supuso también el triunfo del cristianismo sobre el paganismo y dio pie, a que se promulgase un año más tarde en el 313 el Edicto de Milán por el que quedaba legalizado el cristianismo. Se despenalizó la práctica del cristianismo y se devolvieron las propiedades de la Iglesia.

            En 1453, Constantinopla, había caído en poder de los turcos, en 1522, y los turcos desalojaron a los caballeros de la orden de San Juan de Rodas. A la vista del empuje turco el papa San Pio V a quien se le atribuye la frase de: Me alzaré en armas contra el turco. Lucho para la formación de una Santa Liga, de la cual formó parte los Estados pontificios, juntamente con la escuadra veneciana y la más fundamental de todas la española. El mando de la armada de la Santa liga lo ostentaba Don Juan de Austria. En el año de 1571, el Islán representado por la fuerza y el empuje del imperio turco, por tierra avanzaba por la Europa del este y por mar tenía el domino de mediterráneo, llegando en sus razias hasta las costas españolas. Pero este empuje se acabó en el golfo de Lepanto, en la más grande ocasión que vieron los siglos, en frase de Miguel de Cervantes, que perdió un brazo en esa batalla. Todo ocurrió un 7 de diciembre bajo la advocación de la Virgen del Rosario, pues dominico era San Pío V.

            También los españoles en 1492 embarcados en naves españolas, navegantes, descubridores, soldados y frailes españoles, guiados por un navegante cuya nacionalidad aún no se ha aclarado, al servicio de España  los que le dieron a la gloria de Dios y a la de la Madre Iglesia católica, varios cientos de millones de americanos que rezan en nuestro común lengua.

            Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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