En la iconografía cristiana, a cada evangelista se le suele asociar con un animal, a saber, a San Mateo con el hombre (al fin y al cabo un animal), a San Marcos con el león, a San Lucas con el toro y a San Juan con el águila. El origen de tal asociación se ha de encontrar en el Apocalipsis de Juan, quien en una de las visiones que refleja en su libro, describe el siguiente espectáculo:
 
            [Vi] en medio del trono y en torno al trono, cuatro vivientes llenos de ojos por delante y por detrás. El primer viviente, como un león; el segundo viviente, como un novillo; el tercer viviente tiene rostro como de hombre; el cuarto viviente es como un águila en vuelo” (Ap. 4, 6-7).
 
            La simbología de todas maneras, no es suya en exclusividad, sino que está claramente inspirada en un pasaje del Libro de Ezequiel en el que leemos:
 
            “Yo miré [...] Había en el centro [de una nube de fuego] como una forma de cuatro seres [...] Tenían cada uno cuatro caras [...] En cuanto a la forma de sus caras, era una cara de hombre, y los cuatro tenían cara de león a la derecha, los cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de águila” (Ez. 1, 410).
 
            El dominico Jacobo de la Vorágine (n.1226-m.1298), por último, en su “Leyenda dorada”, intenta darnos una explicación plausible sobre las razones por la que cada animal es atribuído a cada evangelista:
 
            “La cara de hombre simbolizaba a Mateo, porque este evangelista destacó más que los otros lo concerniente a la humanidad de Jesús; la de buey representaba a Lucas, que fue el que con mayor relevancia expuso el carácter sacerdotal de Cristo [cabe pensar que por los sacrificios que se llevaban a cabo en el Templo por sus sacerdotes]; a Marcos, que describió con más detalles que los otros lo relativo a la resurrección del Señor, atribuimos la cara de león [...] porque este evangelista inició su relato presentándonos a Juan Bautista conmoviendo a los pecadores con los rugidos de su predicación; el águila, finalmente, por volar a mayor altura que las demás aves, simboliza apropiadamente al evangelista Juan, que con especial elevación escribió sobre la divinidad de Cristo”.
 
 
 
            ©L.A.
            Si desea suscribirse a esta columna y recibirla en su correo cada día,
                o bien ponerse en contacto con su autor, puede hacerlo en
 
 
 
Otros artículos del autor relacionados con el tema
 
De las cartas de San Pablo y su orden en el canon cristiano
Del orden cronológico de las epístolas paulinas
De la Tercera Epístola que Pablo escribió a los Corintios y nunca llegó a nuestras manos
Del controvertido final del Evangelio de San Marcos
¿Y si el discípulo de Emaús del que Lucas no nos da el nombre fuera…?