1. “En la política hay tanta corrupción que lo mejor es alejarse, no sea que termine igual o peor que ellos. Si me invitan a participar, ya veré cómo me los sacudo”.
2. “Soy católico, pero me da igual la Iglesia. Eso es cosa de curas”.
3. “Ante la reforma energética, mejor ni opino. Nadie me va a hacer caso”.
Curiosamente, los que más se quejan de la situación actual son aquellos que se mantienen cómodamente sin asumir una postura clara y bien fundamentada. De ahí que sea necesario responder a los tres puntos anteriores:
1. La corrupción es un problema que se ha infiltrado en todas las instituciones; sin embargo, alejarse del ser y quehacer político –so pretexto de tratarse de una persona comprometida con la moral- es un hecho objetivamente inmoral, pues cae en la omisión. Pudiendo llevar a cabo un buen trabajo, prefiere dejarle la vacante a otro que –posiblemente- se dedique al desvío de recursos.
2. Pensar que la Iglesia está compuesta –única y exclusivamente- por los sacerdotes y las monjas, refleja un alto nivel de ignorancia. Por otro lado, la religión es un asunto de vital importancia –no sólo por referirse a la dimensión espiritual del ser humano- sino por su influencia en la coyuntura cultural. Muchos –aún siendo ateos- lo saben y, desde ahí, se interesan por la cuestión, en lugar de atribuírsela simplemente a los curas.
3. Toda reforma, especialmente, cuando se trata de una que influirá directamente en el sistema económico del país, requiere atención y seguimiento. Para que haya un cambio significativo, ¡alguien tiene que comenzar a despertar conciencias!; sin embargo, mientras la mayoría siga marcada por una actitud indiferente, difícilmente se podrán considerar todas las opiniones y variables.
De cara a la vida, hay que tomar partido. Definirse por algo o por alguien, pues hacer como que no pasa nada, lleva al engaño, a la falta de sentido. Lejos de ser apáticos, tenemos que actuar, involucrarnos, colaborar, siendo capaces de elaborar una crítica constructiva y, por ende, comprometida. El que esto escribe, recuerda a un ex profesor que siempre le contestaba con evasiones, sobre todo, cuando se trataba de temas morales. En el fondo, existe el miedo de expresar las convicciones personales y/o grupales; sin embargo, ¡es necesario hacerlo! No se trata de salir en las redes sociales diciendo tonterías o andar en las calles pronosticando el fin del mundo, sino de informarse para poder participar en el cambio social.
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