Una especial “habilidad” del semicristiano es tener, digámoslo así, dos cerebros, mentes.
Y consecuentemente tener dos mentalidades.
Una es cristiana, porque algo de Cristianismo todavía le queda. Pero la otra es pagana, porque ese poco de Cristianismo que le queda apenas lo aplica; es más, en algunas ocasiones lo hace incluso en contra.
Por ejemplo, sabe (si lo sabe) que ser cristiano es lo más importante de su vida; pero a la vez que considera natural dedicar tiempo a cursillos sobre su profesión, deporte, y hasta baile… rechazará el dedicar algunas horas a instruirse en la asignatura principal de su vida, el Cristianismo, porque “no tiene tiempo”.
Incluso no lo querrá porque (en su fuero interno) eso ¡le puede comprometer y tener que ser un cristiano auténtico!
Una posible disculpa para semejante inconsecuencia es que la instrucción dogmática es excelente como ya hemos dicho muchas veces, pero la praxis deja mucho que desear; incluso tenemos el Catecismo, hecho por hombres de muy buena voluntad pero que, entre nosotros, y dicho de forma coloquial, es un tocho.
Otro ejemplo: “sabe” que el instante de la muerte es de infinita importancia, puesto que se decide su Otra Vida, ¡y esto para siempre! Pues es corriente oir a estos “cristianos” decir que prefieren morir sin darse cuenta, sin enterarse… ¿?
Y cuando opina sobre cualquier materia, asunto, política… lo normal es que no se le distinga de un pagano. “¿Cómo va a ser de otra forma?” dirán muchos asombrados. Responderé preguntando: si hablas un rato con un médico ¿no averiguarás que lo es sin tener que esforzarte mucho? ¿Y lo mismo con un marino, comerciante…, sacerdote…?
Está claro que no decimos que continuamente haya que hablar de Cristo, sino que como el médico, el marino, el político… es inevitable que al rato se revele tu condición de discípulo Suyo. ¿No es lo lógico?
Los Tres Mosqueteros
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