- Dicen que la Virgen María llama para que uno vaya a Medjugorje. Yo no recibí ningún aviso mariano directo pero sí la llamada de una amiga que me invitaba a ir a este pueblo al sur de Bosnia y Herzegovina. Tras aterrizar en Croacia y cruzar una frontera con menos vallas que el peaje de una autopista llegué al pueblo “entre montañas”, que es así como se traduce Medjugorje.
Es un lugar en proceso de construcción. Decenas de casas solamente tienen la estructura, el asfaltado de sus calles tiene el sello de “provisional” pero croatas, bosnios y foráneos sabemos que quizá nadie mejore ese pavimento en décadas. El calor veraniego azota día y noche, y las chicharras cantan mientras disfrutan de los baños de un sol que amanece minutos después de las cinco de la mañana.
Medjugorje está compuesto por una iglesia, restaurantes, hostales que quieren ser hoteles de cuatro estrellas y tiendas que venden rosarios, figuritas religiosas, estampitas, cruces de todos los tamaños y botellas de Coca Cola a un euro. El turismo religioso ha reflotado la economía local.
¿Y qué tiene de atractivo? Pues que hay seis personas que afirman que diariamente allí se aparece la Virgen María desde hace más de 30 años. Es por ello que miles de personas de todo el mundo se sienten llamadas -o no- por la Madre de Dios a acudir a aquel lugar. Un llamativo suceso que permanece bajo el estudio del Vaticano.
Durante los días que estuve en aquel lugar me alojé en Casa San Giuseppe, un albergue dirigido por una italiana de pelo colorado llamada Marisa. El alojamiento está a los pies del Podbrdo, al que llaman “el monte de las apariciones“. Según cuenta, la Virgen María se apareció en varias ocasiones en la capilla de San Giuseppe y la imagen mariana que está en el exterior de la casa lloró sangre dos veces ante decenas de personas. Sin temor a la equivocación se podría decir que en aquel pueblito bosnio, Marisa es más conocida que el alcalde. Es fácil comprobarlo al tomar uno de los Mercedes convertidos en taxi que te llevan a cualquier rincón por el módico precio de cinco euros.
¿Pero realmente se aparece la Virgen María en Medjugorje o es un invento que dura ya más de 32 años? Para ello no tengo respuesta aunque mantener una mentira más de tres décadas debe ser una tarea compleja. Con el deseo de comprobarlo pasé la noche del uno al dos de agosto en la cruz azul, en el monte Podbrdo. Allí al amanecer -supuestamente- se aparecería la Virgen María a Mirjana, una de las seis videntes. Tras esperar más de ocho horas buscando la comodidad sentado sobre piedras que parecen cuchillos, mirando las estrellas, rezando innumerables rosarios y cantando decenas de canciones, centenares de personas se agolparon para ver, fotografiar y tocar a la vidente. En algunos afloró el fanatismo y la fascinación, y por momentos la vidente parecía una famosa estrella televisiva a su llegada al lugar de la aparición. Se sentó en un banco frente a la cruz azul y rodeada de enfermos y sacerdotes aguardó la llegada de la Virgen María. Mientras los presentes cantaban una canción, Mirjana miró al cielo y todos callaron. Un silencio de oración solamente interrumpido por el incansable cantar de las chicharras herzegovinas. Lamento decir que yo no sentí nada exterior ni interior, pero vale la pena presenciarlo para poder narrarlo.
Mi estancia en Bosnia coincidió con la celebración de la 24ª edición del Mladifest, el festival de la juventud que desde 1989 multiplica por diez -o más- la población de Medjugorje durante los primeros días de agosto. Asisten personas de los cinco continentes y su programa de actividades se basa en conferencias, rezo del Rosario, celebración de la Misa y adoración Eucarística. A simple vista, quizá al lector no le parezca nada atractivo, pero allí había más de 40.000 personas. La mayoría de ellas se encontró con Dios. En los laterales de la pequeña parroquia hay confesionarios en cuyas puertas se forman filas de decenas personas que -en su propio idioma- desean recibir el perdón de sus pecados. Era sencillo que un sacerdote administrará el sacramento de la confesión durante cuatro horas sin parar. También es común ver pequeños grupos rezando el Rosario o el Via Crucis a cualquier hora del día.
Igualmente es impactante asistir a la Misa y a la adoración Eucarística cada uno de los días del festival. La música la pone una orquesta y un coro internacionales que hacen sonar himnos de algunas Jornadas Mundiales de la Juventud, o temas como “Come, now is the time to worship”. Canciones que elevan, traen a la mente buenos recuerdos y ponen los pelos de punta a causa de la emoción.
Una de las noches, el cineasta Juan Manuel Cotelo -director de La Última Cima- proyectó veinte minutos de “Mary’s Land“, un nuevo proyecto audiovisual en la que ha entrevistado a algunos de los videntes de Medjugorje y a otras personas que han cambiado su vida radicalmente tras su encuentro con Jesucristo. Según cuenta, quiso hacer una película sobre las apariciones marianas en Bosnia, después pensó que era mejor hacerla sobre la Virgen María, y al final decidió que lo más apropiado era que fuese un encuentro entre Dios y el espectador. No sé si conseguirá el éxito pero en la gran explanada detrás de la parroquia de Medjugorje nadie quitó la vista de la pantalla. La Providencia quiso que dos amigas y yo pudiésemos hablar un rato con Cotelo tras ver la proyección. Nos contó varias anécdotas. Entre ellas la que le sucedió con Vicka, una de las videntes. Dice que fue a su casa a entrevistarla y le dijo “Vicka, ¿rezamos una Ave María antes de la entrevista para estar en presencia de la Virgen? “; a lo que la vidente respondió con un “no” rotundo; la cara de Cotelo fue un poema ante tal contestación y le preguntó el porqué de tal negativa; Vicka dijo “la Virgen ya está aquí“. La película, según su director, estará en los cines en diciembre de 2013.
Mientras el festival juvenil continuaba había tiempo para subir el otro monte, el Križevac. En su cima -que supera los 500 metros de altura- hay una gran cruz de ocho metros que se puede ver desde casi cualquier rincón de Medjugorje y sus alrededores. Para llegar hasta ella hay que recorrer un Via Crucis. Es un monte en el que constantemente -me atrevería a decir que las 24 horas del día- se está rezando el Rosario. Es por ello que es común escuchar alaridos de dolor de alguna persona motivados por oraciones de liberación -algo similar a un exorcismo- que estremecen y se oyen a centenares de metros de distancia.
El fin de fiesta del 24ª Mladifest corrió a cargo de jóvenes brasileños, españoles y de Corea del Sur en la noche del lunes cinco de agosto. Cada país tuvo que preparar algunas canciones dedicadas a la Virgen María en el -según los videntes- día de su cumpleaños. Cabe destacar la participación española que interpretó “Todo tuyo soy, María”, de Gonzalo Mazarrasa, y la canción “Hágase”, de Migueli. Entre los más de 50 músicos, cantantes, coristas y bailarines españoles se encontraba Sharay Abellán, una de las participantes del concurso televisivo “La Voz”.
Fue ese mismo día a las once de la noche cuando en el Podbrdo -supuestamente- se apareció la Virgen María a Ivan, otro de los videntes. Algunos presentes afirmaron ver un haz de luz que nacía de la imagen mariana que hay en su cima. En aquella ocasión tampoco vi ni sentí nada. Lo que hice fue rezar.
Cuando estás en Medjugorje tres días parece que ha pasado un mes. Es algo en el que coinciden muchos de los que han estado. Es como si las agujas del reloj girasen más despacio. Allí la gente confiesa sus pecados después de veinte años de no hacerlo, comulga en Misa tras una década sin pisar una iglesia, reza y busca comenzar una vida nueva. ¿Se aparece la Virgen María? No puedo afirmarlo ni negarlo. Lo que está claro es que Medjugorje es de Dios.