Si el año pasado dedicábamos estas fechas a analizar todos los en el año 1950, por cierto último dogma declarado hasta la fecha por la Iglesia (), este año dedicaremos nuestra entrada a la tradición relacionada con el mismo evento, pues en lo relativo a la asunción de la Virgen María al cielo en cuerpo y alma, es justo reconocer que es más la piedad popular que la jerarquía eclesiástica la que va afianzando la creencia a lo largo de la historia.
De hecho, así lo reconoce Baldo de Ubaldo (m.1400), quien a la pregunta de si es herético creer que el cuerpo de María no se halla en el paraíso, responde:
“Según Inocencio IV, a causa de las diversas opiniones de los padres, no lo es. Pero en nuestros días podemos calificarlo de “proximum haeresi” [cercano a la herejia] porque se celebra con mucha solemnidad la fiesta de la Asunción de la Virgen”.
Pues bien, esa fiesta de la que habla Baldo de Ubaldo es la que bajo el nombre indistinto de la “asunción” como de la “dormición”, comienza a celebrarse hacia el año 500 con fecha 15 de agosto en el santuario mariano de Getsemaní, construído en torno a la supuesta tumba, cosa que nos relata San Gregorio de Tours.
No se conoce la razón de la elección de la fecha. Sí que en el rito gálico se estuvo celebrando el 18 de enero hasta que se produjo su fusión con el rito romano. Consta que en el s. VII ya se celebraba en Constantinopla y Roma. Parece que es el Emperador Mauricio (n.539-m.602) el que ordena hacerlo. El Papa León IV (847-855) manda celebrar la octava, y el Papa Nicolás I (858-867) habla de un ayuno antes de la solemnidad. Un edicto del Emperador Andrónico II (12821328) dedica al misterio de la dormición todo el mes de agosto.
©L.A.
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