Si quisiéramos calificar con una frase el proyecto pastoral del Papa Francisco, podríamos decir que ha puesto en marcha una revolución, la revolución del SI. A diferencias de las movidas negativas presididas por el odio, el rencor, la violencia, la oposición sistemática, el Papa es un hombre de Dios que, desde el Evangelio, busca todo lo positivo que hay en el hombre y en la sociedad. No se le escapa, evidentemente, el mal que nos rodea, o que hay dentro de nosotros, pero prefiere seguir aquella máxima de San Pablo. “Hay que ahogar el mal con la abundancia de bien”.
Y el Papa Francisco, desde el inicio de su pontificado, y ya en su tarea pastoral de Arzobispo de Buenos Aires, promueve el SI:
- A la misericordia divina que acoge a todo pecador arrepentido que llega pidiendo perdón como el hijo pródigo.
- Al amor y adoración de la Eucaristía, recordando que no podemos vivir ninguna jornada sin ella.
- Sí a las virtudes humanas del hombre en general, y del cristiano en particular, que son el fundamento de las espirituales.
- Al amor del buen samaritano que hace todo lo posible, sin dar rodeos, para auxiliar con cariño al pobre tendido en el camino.
- Sí a la sinceridad y coherencia de vida, luchando contra la hipocresía, el fariseísmo, la falsedad, evitando por todos los medios ser sepulcros blanqueados que guardan muerte en su interior.
- Sí a la cultura del vínculo, promoviendo la unidad en la familia, en los ambientes sociales y de trabajo, en las instituciones de la Iglesia, en la política y lucha por un mundo más justo.
- Sí a la Luz que nos viene de lo alto, y que debe iluminar los rincones del alma, y nuestras relaciones con Dios y con los demás.
- Sí a la Familia, célula básica de la sociedad, querida por Dios, santificada por Cristo, imprescindible para la salud psíquica del ser humano y la armonía en las relaciones sociales.
- Al espíritu de servicio, que empapa el poder de un fuerte deseo de hacer el bien, buscando la paz y la justicia. Un poder sin servicio es ridículo.
- Sí al sacerdote como pastor de almas, “con olor a oveja”. Que no “balconea” viendo desfilar la vida, sino que sale a la calle para acompañar a los hombres sus hermanos.
- Sí a la educación en la madurez humana, que nos hace responsables, y evita crisis mal resueltas, rupturas dramáticas, y reacciones infantiles. El estilo de vida de esta sociedad de consumo, nos está haciendo caprichosos, inseguros, con miedo al compromiso, huidizos ante cualquier decisión que suponga un sí para siempre.
- Sí decidido de amor a los pobres, a los “últimos” del mundo, pero primeros en el Reino de los Cielos. No ser ricos epulones absorbidos por nuestro placer y poderío.
- Sí rotundo a la presencia de la Virgen María en nuestra vida cristiana. Nada podemos sin la ayuda de la Madre. Así lo ha querido Dios, y así lo vivió el Hijo de Dios.
- Y un sí a la oración. Se evangeliza con las rodillas. Si no hay oración no puede haber acción cristiana auténtica.
En Brasil hemos observado que el Papa Francisco no ha “condenado” los males que nos aquejan. No por que lo ignore o le quite importancia, sino que trata de sembrar lo positivo para que brote. La cizaña está ahí, pero si se pretende como objetivo prioritario segar el mal, nos podemos llevar el bien por delante. Poco a poco el mal se puede ir superando, aunque a veces no haya más remedio que amputar para evitar daños peores.
Pienso que con este talante el Papa está presentando la cara amable de la Iglesia, que es como un espejo en el que debemos mirarnos para ver que sobra en nuestra vida, y que puede dañar la obra de la Redención del ser humano. “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia”. Todo lo demás vendrá solo.
Recomiendo un libro que nos ayudará a comprender el pensamiento del Papa Francisco: “Papa Francisco. Cómo piensa el nuevo Pontífice” (Edit. LibrosLibres)
Juan García Inza