En lo particular, coincido con el estilo de 13tv, un canal católico español. Los conductores hablan entre amigos, sin expresiones rebuscadas o vulgares. Es un diálogo ameno, capaz de comunicar la emoción de lo que se está narrando. Algunos piensan que una televisora de la Iglesia tiene que transmitir -única y exclusivamente- celebraciones litúrgicas; sin embargo, lo cierto es que hay tiempo para todo. Se deben alternar los programas, incluso dar paso a los que sean seculares, ya que -mientras el contenido sea conforme a la moral- no hay ningún problema u obstáculo. De esta manera, el concepto será mejor recibido, abriendo una vía para la nueva evangelización. Si no eres católico y -al encender la televisión- lo primero que ves es a una conductora con cara de “muerte”, hablándote de la “Iglesia purgante”, será poco probable que pienses en buscar el bautismo. Hay que evitar el moralismo, sin caer en el otro extremo; es decir, en el relativismo.
Cuando la conducción de un programa recuerda a una plática de sacristía, resulta chocante y excluyente. Hay que hablar de Dios con carisma. Así como lo hacemos con nuestros amigos en una comida. La fe es natural, sencilla, amigable y comprensible. Es importante renovar las formas, saber entrar en contacto con la cultura de nuestro tiempo y los medios de comunicación son una de las opciones más adecuadas para lograrlo.
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