Cuando leemos la palabra futuro…, mentalmente en la mayoría de los casos, pesamos en el futuro que nos resta de vida en este mundo. Para un niño no hay otro futuro, que el que le espera en este mundo, aunque bien es verdad que si vive y se educa en una familia cristiana, oye hablar de Dios del cielo y del infierno, pero está tan lejos todo eso, sí relaciona todo eso, con esa dichosa manía que tiene su madre y también su abuela primero de llevarle a misa a él y sus hermanos y más adelante, cuando ya ha crecido más la de recordarle domingo tras domingo si ha ido a misa, la contestación es típica, no todavía no he ido pero tengo tiempo, hay misas hasta las ocho de la tarde…

            En esa época de la vida, que la ocupan la adolescencia y la juventud, solo se mira y se piensa en el futuro inmediato, que le espera a uno en esta vida. Lo más normal, es que uno se obsesione con la idea de lograr un esplendoroso futuro en esta vida y a ello colaboran la madre, que ya ha tirado la toalla en eso de las misas de los domingos, y el padre que nunca ha puesto mucho énfasis en eso de las misas domingueras. Padres e hijo solo se preocupan del futuro en esta vida, el otro, sí existe no lo niegan, pero… está tan lejos…

            La realidad es que en general, los años pasan para todos y vamos siendo conscientes de que se nos acorta el tiempo, se nos afianza más la idea ya sabida, de que aquí abajo no nos vamos a quedar para simiente de rábano, como vulgarmente se dice y empezamos a pensar un poco, no mucho en el más allá. Habíamos dejado de ir a misa los domingos y el saco de nuestro pecados está a tope, pero un día un amigo nos cuenta su experiencia espiritual que ha tenido, en su contacto con cualquiera de los múltiples movimientos  religiosos que existen, sean estos:  Legionarios de Cristo con su Regnun Cristi, Opus Dei, Schoenstatt, Focolares, Comunión y liberación, Neocatecumenales, Comunidad de San Egidio, Cursillos de cristiandad, Lumen Dei, Movimiento Nazareth, Sodalitium Critianae vitae también llamado Movimiento de vida cristiana, Renovación carismática, Fraternidad misionera Verbum Dei. Desde luego que sobre todo en el mundo occidental posibilidades las hay todas. También cabe la posibilidad de que el Señor, le llame a trabajar en su viña, al margen de estos movimientos, que tanto bien hacen, somos pocos los que lo hacemos, es como hacer la guerra al demonio por nuestra cuenta y en principio, aunque personalmente me ha ido bien, reconozco que siempre es mejor luchas acompañado, la lucha en solitario es más dura y solo es aceptable si se tiene una cierta vocación eremítica.

            El tren se ha puesto en marcha, la máquina ha dado ya sus primeras pistonadas y las ruedas comienzan a moverse lentamente, si se perdura alimentando la máquina, el tren se moverá en su totalidad y la salvación de esa alma está asegurada, y si además resulta que es uno mismo el que se mete de cabeza en la caldera como alimento de la máquina, lo que está asegurada es una salvación gloriosa, que puede llegar al grado de poder ser canonizada en este mundo una vez que alcance el otro, claro que, el que llegue alcanzar ese nivel de amor a Dios, nunca tiene constancia de cuál es su situación en esta vida y se considera siempre el último y cuando desde arriba se entere que le han canonizado le importará un comino.                                     Y cuando el tren se pone en marcha, lentamente también se empieza a poner en marcha la vida espiritual íntima de esa alma que todos tenemos, mejor dicho que todos somos, porque es el cuerpo el que le sirve al alma de soporte físico, mientras estamos en este mundo, en el otro los que acepten el amor de Dios desde luego que tendrán un cuerpo, pero no un cuerpo corruptible sino uno glorioso e incorruptible y por ello de carácter espiritual. La marcha del tren nos va desarrollando y enriqueciendo, nuestra vida interior y por ende nuestra alma y en esa misma medida vida interior, empezamos a preocuparnos de nuestro autentico futuro. Ese futuro que comienza con nuestra salida de este mundo y para bien o para mal jamás acabará, es un futuro sin fin porque es eterno.

            Carecer de futuro para mí, es dedicarse toda la corta vida terrenal a pensar, acerca de que le sucederá a uno en el futuro inmediato terrenal, por ello nos dice el Señor: “25 Por eso os digo: No os inquietéis por vuestra vida, por lo que habéis de comer o de beber, ni por vuestro cuerpo, por lo que habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?........ No os preocupéis, pues, diciendo: ¿Que comeremos, que beberemos o que vestiremos? 32 Los gentiles se afanan por todo eso; pero bien sabe vuestro Padre celestial que de todo eso tenéis necesidad. 33 Buscad, pues, primero el reino y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura. 34* No os inquietéis, pues, por el mañana; porque el día de mañana ya tendrá sus propias inquietudes; bástale a cada día su afán.”. (Mt 6,25; 31-34).

            Decía Santa Teresa de Lisieux que: “Ocuparse del porvenir es meterse a crear, y es ocupar el lugar de Dios”. Y es por ello que vivimos todos, bajo el ansia de la Seguridad. Queremos vivir seguro y esta ansia de seguridad nos lleva a pagar dinero por ella. Es el caso de las compañías mercantiles que cambian dinero, fruto de nuestros esfuerzos, por una determinada seguridad solo de carácter material, sobre nosotros o nuestros bienes. Y sin embargo no se nos ocurre asegurar nuestro auténtico futuro, vivimos y actuamos como si este no existiese. Es más la acción demoniaca que está continuamente atacándonos, ha conseguido, que muchas personas carezcan de futuro, que no vean más allá de sus narices. “Es vano, y además  inútil, afligirse o alegrarse por las cosas del mañana, que quizás jamás sucederán”. Tomás Hemerken de Kempis.

            Sobre el tiempo presente en esta vida, el obispo Fulton Sheen escribe: “Todas tus ansiedades se relacionan con el tiempo. El ser humano es la única criatura consciente del tiempo. Solo los seres humanos pueden tener en mente el pasado de manera que este pese sobre el momento presente con toda su herencia; y también puede introducir el futuro en el presente, para imaginar que sus ocurrencias son actuales..., el ser humano puede unir el pasado con el presente por medio de la memoria, y el futuro con el presente por medio de la imaginación. Toda desdicha (cuando no hay causa inmediata para la pena) proviene de la excesiva concentración en el pasado o de la extrema preocupación por el futuro”. Todo ello es así, porque es el futuro de la vida temporal el que nos obsesiona, cuando lo que debería de ser objeto de nuestra obsesión, es el futuro eterno que a todos nos espera”.

            El obispo vietnamita escribe diciéndonos: “El pasado y el futuro, en su abstracta dislocación son inexistentes y no tienen acceso a la eternidad; esta no converge sino hacia el momento presente, y no se da sino a quien se hace totalmente presente en ese momento. Solo en estos instantes se puede alcanzar y vivir en la imagen del presente eterno”.

            Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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