Es uno de los grandes males del momento. Lo hacemos todos en nuestra vida diaria, pero lo más grave es que lo hacen también los más sesudos y afamados –que no prestigiosos ni profesionales- historiadores, cuya primera asignatura en la universidad debería ser precisamente esa: “Descontextualización de la Historia: el gran peligro del historiador”.
Nos empeñamos en juzgarlo todo con los ojos actuales, sin tratar de entender las razones por las que cuantos nos antecedieron, nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros tatarabuelos, hicieron las cosas, condenándoles con una crueldad inusitada, y pensando que sólo lo hicieron porque eran malvados y retrógrados. Como si todo se hubiera hecho mal hasta que llegó esta generación mágica, maravillosa y elegida que no es otra que, precisamente, mire Vd. qué coincidencia, la nuestra.
No nos damos cuenta de que con la misma crueldad con la que nosotros juzgamos a los que nos antecedieron en la historia –pinche aquí si desea conocer un caso bien notable de crítica inmisericorde y zafia- nos juzgarán a nosotros. Algunos de los pecados que nos pueden reprochar los podemos incluso imaginar. Julián Marías pronosticaba el escarnio de nuestra generación por el genocidio feticida en que consiste el aborto masivo que se practica en nuestras sociedades. Todo apunta a que al genocidio feticida pronto se unirá el de todas las personas que representan para la sociedad no sólo nula productividad sino un coste más o menos elevado, categoría que irán engrosando progresivamente tarados profundos, ancianos, lerdos, discapacitados y por esta misma lógica, hasta parados... aunque estos últimos los veo improbables porque contrariamente a los anteriores, tienen fuerza y capacidad suficiente para defenderse ( a no ser que sólo fueran unos pocos…)
Todo esto por lo que nos parece, digámoslo así, “pronosticable”. Pero lo más grande del tema es que la mayoría de las cosas por las que nuestra generación será criticada no nos las podemos ni tan siquiera imaginar, como no podían imaginar nuestros padres que serían tildados de machistas por encargar la custodia de sus casas a sus esposas o por ni siquiera concebir que dos hombres pudieran casarse y adoptar hijos, o por echarse las manos a la cabeza y esconder a la hija en casa por un embarazo "deshonroso" pero al fin y al cabo traer al mundo a la criatura, los famosos "penaltis" de los años 70 y 80, y tantos y tantos ejemplos más que podría uno aportar…
Acostumbramos a creer que nos criticarán por haber fumado, por haber consumido hasta la extenuación el combustible fósil existente en la tierra, o por haber utilizado determinados pesticidas en la agricultura de masas… Demasiado fácil, demasiado evidente para que la caprichosa historia nos dé la razón.
Muy probablemente la crítica más feroz no sea por nada de eso, y los mismos progres de ahora, muy probablemente nacidos en las mismas familias –tengo la teoría de que hay familias nacidas para engrosar la clase dirigente, y en nada decepciona a un padre que su hijo sirva en el partido contrario al suyo si eso sirve para que la familia se mantenga en el poder, mire Vd. pinchando aquí el historial familiar del pesoísmo y entenderá de lo que le hablo- nos criticarán justamente por haber creado una sociedad en la que los dos miembros de la familia estaban obligados a salir a la calle para ganarse el sustento, y la emancipación femenina (o vaya Vd. a saber si la masculina) consista justamente en el retorno al hogar… O por cosas aún más inimaginables, de las que no quiero poner muchos ejemplos porque podrían parecer absurdas… ¡Quién sabe!, porque haya parques en las ciudades, por pasar el verano en las playas, por circular por la derecha, por comer pescado, por viajar en avión, por las operaciones de cirugía estética, por jugar al fútbol…¡vaya Vd. a saber!
Porque al fin y al cabo, ¿se creen Vds. que aquéllos a quienes nosotros criticamos de manera tan inmisericorde sin intentar para nada comprender las razones que les llevaron a comportarse como lo hicieron, podían ni siquiera imaginar que lo que para ellos era la manera más elegante, normal y justa de organizarse iba a ser considerado por sus hijos un imperdonable pecado generacional?
“No juzguéis, para que no seáis juzgados, porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá” (Mt. 7, 1-2). ¿No lo dijo Alguien?
©L.A.
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