Observando las contribuciones lo primero que llama la atención es la desproporción entre mensajes positivos y negativos. La mayoría de los mensajes son negativos y además se concentran en cuatro o cinco cuestiones muy determinadas. El tratamiento que hacen de estos asuntos se caracteriza por ser prejuiciosa. En muchos casos, simplemente se responde de forma negativa por quedar bien ante una sociedad que valora que se menosprecie a la Iglesia.
He elegido algunos tweets como ejemplo, ya que definen con claridad lo que pasa de boca en boca cuando se habla de la Iglesia:
#LaIglesiaCatólicaMeEnseñó a predicar humildad y voto de pobreza, cubierto por exquisitas telas, sentado en un trono de oro.
#LaIglesiaCatólicaMeEnseñó que la homosexualidad es antinatural pero caminar por el agua es lo más natural del mundo.
#LaIglesiaCatólicaMeEnseñó que aliarse con fascistas genocidas para asesinar a miles de españoles no es razón suficiente para pedir perdón.
#LaIglesiaCatólicaMeEnseñó que abortar es matar a alguien, pero las cruzadas, las dictaduras y financiar armas y guerras son cosas buenas
#LaIglesiaCatólicaMeEnseñó que puedes robar, mentir, lavar mente y matar todo de forma legal y justa
#LaIglesiaCatólicaMeEnseñó que la palabra ´cinismo´ fue por ella. Puesto que proclaman el amor al prójimo pero solo si no es homosexual.
#LaIglesiaCatólicaMeEnseñó que iré al infierno, junto con más invertidos, borrachos, poetas, rockeros y gente de buen vivir. Será divertido
¿Qué podemos decir de esto? Los que conocemos a la Iglesia desde dentro y sabemos que la conformamos personas débiles y llenas de errores, sabemos que dentro de la Iglesia se comenten errores y pecados. La Iglesia no es un espacio lleno estatuas de santos que no necesitan de la misericordia de Dios. La Iglesia es un lugar donde aceptamos nuestras debilidades y rogamos que el Señor nos transforme. Dicho esto, también reconocemos que la inmensa mayoría de las acciones eclesiales son buenas y desinteresadas. Por lo tanto, seguramente estemos de acuerdo en que los comentarios negativos se fundamentan en:
- Ignorancia: de la realidad de la Iglesia
- Desprecio: Ya que no están dispuestos a conocer de verdad qué es la Iglesia.
- Orgullo: ya que despreciar a la Iglesia se valora positivamente en sus entornos sociales.
Quizás la pregunta más obvia es ¿Qué podemos hacer? Lo primero es no atacarles, ya que sus mensajes muestran que, en el fondo, les duele la Iglesia porque les cuestiona. Ante este cuestionamiento prefieren resguardarse tras los prejuicios creados. La fábula de Esopo de la zorra y las uvas nunca ha sido más cierta.
¿Cómo acercarnos a estas personas? Es complicado hacerlo, ya que los prejuicios les hacer rechazar todo lo que suene a Iglesia Católica. El camino puede ser dar testimonio con nuestra vida. No podemos negar que la Iglesia está llena de inconsistencias e infidelidades. No podemos estar orgullosos de nuestros fallos, pero al menos podemos actuar con honestidad y dejar que sean ellos los que se acerquen a nosotros y después tratarlos con exquisita cercanía y comprensión. No es fácil derribar las murallas que les dan protección de la noche a la mañana. No acusarlos de nada, ya que su actitud demuestra que son víctimas que se defienden de aquello que temen, por todos los medios.
Estas son parte de las periferias que el Papa Francisco nos habla con frecuencia. Frente a las frases llenas de ignorancia y repulsa, sólo podemos compartir nuestro testimonio sincero. En el contraste puede aparece el diálogo y tras el diálogo la comprensión humana. Tras esa comprensión humana, quizás podamos ahondar en aquello que tanto temen y rechazan. Después, ya no podremos hacer más. El asunto queda entre el Señor y ellos.