El otro día presencié una escena que me llamó la atención: un señor cedía el asiento del autobús a una mujer y ésta, en vez de agradecerlo, lo rechazó de mala manera. Mi impresión fue que ella lo tomó como una actitud machista. Era un detalle lógico de delicadeza entre personas de mediana edad.
Si bajamos la edad, la delicadeza con las mujeres baja bastante. Está de moda tratar a las mujeres de una manera que podríamos llamar vulgar y, en muchos casos, grosera. Por eso, parece que es machista tratar a una mujer con buena educación. Entonces, ¿cómo hay que tratarla? Yo creo que una sociedad que se toma a broma la auténtica feminidad, es una sociedad que, en el fondo, se está tomando a broma a las mujeres.
Si vemos las series de TV actuales nos daremos cuenta de que abunda lo que estoy diciendo y son las propias mujeres las que apoyan este trato vulgar adentrándose en el terreno de la chabacanería, de lo hortera, del mal gusto. Yo creo que no le conviene a la mujer entrar en ese terreno. En el campo de la zafiedad siempre va a ganar el hombre. En algunos casos, me he encontrado con alguna mujer ingenua que empieza una relación permitiendo un ambiente zafio y, en el fondo, lo que pretende es sacar al hombre de ese contexto. Es lógico: es una forma (muy difícil) de intentar dignificar la relación.
El problema es que hay mujeres que llevadas por un concepto erróneo de su propia feminidad, alimentan no ser tratadas como mujeres y con buena educación. Tienen la sensación de que así su capacidad de socializarse es mayor. Soy consciente de que, a veces, muchos hombres dudan a la hora de expresar su trato a una mujer. Piensan que se puede molestar si la tratan de una manera más elegante de como tratarían a un hombre. No olvidemos que cada uno será tratado como permite que se le trate.
Cada uno debe ser tratado como lo que es. En el momento en que, por unas causas u otras, se rechaza ser tratado como corresponde, el primer perjudicado es uno mismo. Y es que las cosas son como son.