- Vas a ir a un colegio del Opus
- ¿Que será eso del "Lopus"?
Al final fui a un colegio de agustinos recoletos, los de "lopus" no me admitieron.
Terminado el bachillerato sin brillantez en los agustinos recoletos decidí cambiar de aires. Es decir mi padre me llevó a hacer el COU en otro sitio.
El cambio fue traumático pues pasé de una educación diferenciada, que se dice ahora, a un centro mixto en el que en mi clase éramos tres tíos y 35 tías. De los tres tíos uno era de "lopus", otro iba a serlo y el otro era yo.
¿A que todos pensáis que pasé de los dos tíos y me dediqué a ligar con las 35?
Pues no
Nos convertimos en los tres mosqueteros sin que eso fuese obstáculo para dejarme querer por muchas de las 35.
Una de nuestras profesoras era una bruja. Exigente. Implacable. De Lopus, según me dijeron
- ¡eso es lo del colegio al que yo iba a ir!
Un día, hablando con uno de mis compañeros, le dije:
- es que la muy bruja es de "lopus", refiriéndome a la antipática de la profe.
- Opus Dei, animal. Yo soy del Opus Dei
-¿Qué? ¿De Lopus?
Esa Semana Santa fui a Roma a una convivencia de universitarios que se llama UNIV. La experiencia fue deslumbrante. A la vuelta empecé a frecuentar un centro del Opus Dei que está en la calle Gurtubay de Madrid. Dos años después decidí ser sacerdote y otros dos años después entré en el Seminario de Madrid. El mismo día que me admitieron en el Seminario pedí la admisión como aspirante de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, es decir que acabé siendo de "lopus".
Me he acordado de esto hoy día 26 de junio, celebrando la Santa Misa en la fiesta litúrgica de San Josemaría, fundador del Opus Dei, que en mi diócesis es memoria obligatoria.
Yo no me creo mejor que nadie por ser del Opus Dei, pero si me creo mejor de lo que hubiera sido si no lo fuese. Dios ha bendecido mi vida a través del Opus Dei. Podría haber sido de cualquier otra manera pero ha sido así. Es mi historia y así quiero testimoniarlo hoy.
Este artículo es un homenaje a San Josemaría. Su amor a la Iglesia le llevó a desear entregar su vida a los sacerdotes diocesanos abandonando el Opus Dei por él fundado. Al final no fue necesario. Los curas cupimos en el Opus Dei sin que quedara mermada en nada, sino mas bien reforzada nuestra condición secular y diocesana. Estoy seguro de que solo Dios sabe lo que esto ha supuesto para cada uno de nosotros y para la misma Iglesia.