A nosotros los que aún estamos en este mundo, Dios nos ama a todos de una forma inimaginable para nuestras pobres y escasas mentes, que dejarán de serlo el día que podamos ver el Rostro de Dios y ser iluminados por su luz divina. Ahora nosotros los que son creyentes y amamos a Dios, los que aunque son creyentes son tibios, los no creyentes, los agnóstico y los ateos, todos somos amados por el Señor, mientras vivimos en este mundo en el ámbito de su amor.
No son muchos, al menos no los que serían deseables que fuesen, aquellos que sienten la necesidad, con más o menos intensidad de amar a Dios y de estos los hay que claramente captan que se sienten amados del Señor. Sentirse amado del Señor, implica un cambio de vida, porque entregarse en los brazos del Señor, implica una absoluta confianza de que todo lo que el dispone, es siempre para el bien de uno, aunque lo que Él nos demande sea nuestra propia vida material.
La necesidad de amar y de ser amados, no solo la vamos a sentir en el más allá, sino ahora y aquí abajo todos ya la sentimos. Y en razón de esta necesidad he recibido una historia al parecer anónima que paso a referir:
“Un día una maestra pidió a sus alumnos que escribieran los nombres de los otros estudiantes de la clase en dos hojas de papel, dejando un espacio entre cada nombre. Luego les pidió que pensaran en la persona más amable y buena de sus compañeros y que escribieran lo que pudieran decir de cada uno de sus compañeros de clase y lo anotaran.
Una vez en su casa, la profesora, tomó una hoja de papel por cada alumno de la clase y en ella puso el nombre de cada alumno y lo que sus compañeros pensaban de él. El lunes entregó a cada alumno su hoja con las opiniones de sus compañeros sobre él. En poco tiempo, toda la clase estaba sonriendo. "¿En serio?" oyó un susurro. "¡Nunca supe que le importaría nada a nadie!” y: "Yo no sabía que a otros les cayera bien" eran la mayoría de los comentarios.
Nadie mencionó esos documentos en clase. Nunca se supo si ellos discutieron sobre eso después de clase o con sus padres, pero no importaba. El ejercicio había cumplido su propósito. Los estudiantes estaban contentos consigo mismos y con los demás. Aquel grupo de alumnos siguió adelante.
Varios años más tarde, uno de los estudiantes fue muerto en Vietnam y la maestra asistió al funeral de ese estudiante en especial. Nunca había visto a un soldado en un ataúd militar. Se veía tan guapo, tan maduro. La iglesia estaba llena con sus amigos. Uno a uno, los que le amaron, le dieron un último paso cerca del ataúd. La maestra fue la última en bendecir el ataúd.
Mientras estaba allí, uno de los militares que actuaron como portador del féretro se acercó a ella. "¿Era usted la profesora de matemáticas de Marcos?, le preguntaron. Ella asintió con la cabeza: "Sí". Luego dijo: Mark hablaba mucho de usted.
Después del funeral, la mayoría de los ex compañeros de Marcos fueron juntos a un almuerzo. La madre de Mark y su padre estaban allí, obviamente esperando para hablar con su maestra. "Queremos mostrarle algo -dijo su padre, sosteniendo la cartera de él- Encontramos esto en su billetera cuando Marcos estaba muerto. Pensamos que podría reconocerlo.
Abriendo la billetera, retiró cuidadosamente dos pedazos de papel gastados que obviamente se habían roto, de tanto haberlas plegado y replegado muchas veces. La maestra sabía sin mirar, que los papeles eran aquellos en los que ella había enumerado todas las cosas buenas de cada uno de sus compañeros de clase de Mark que había dicho de él. "Muchas gracias por hacer eso," dijo la madre de Marcos. "Como pueden ver, Mark lo guardaba”.
Todos los ex compañeros de Marcos comenzaron a reunirse alrededor. Charlie sonrió tímidamente y dijo: "Yo todavía tengo mi lista. Está en el primer cajón de mi escritorio en casa”. La esposa de Chuck dijo: "Chuck me pidió que pusiera la suya en nuestro álbum de bodas”. "Yo tengo el mío también", dijo Marilyn. "Está en mi diario”. Entonces Vicki, otra compañera de clase, metió la mano en su bolsillo, sacó su billetera y mostró su lista desgastada y deteriorada al grupo. "Yo llevo esto conmigo en todo momento", dijo Vicki y sin pestañear, ella continuó: "Creo que a todos nos ayudó la lista ´
Fue entonces cuando la maestra finalmente se sentó y lloró. Lloró por Marcos y por todos sus amigos que nunca le volverían a ver. La densidad de personas en la sociedad es tan espesa, que nos olvidamos que la vida va a terminar un día. Y nadie sabe cuándo llegará ese día”.
Lo que sucedió en esa escuela, es lo que también, nos sucede en nuestras vidas. Todos tenemos un sinfín de personas que nos aman, y de las que muchas veces no tenemos conciencia de ese amor y también nosotros amamos a otras personas y no somos conscientes tampoco de que ellas no se sienten amadas. Es por ello que es bueno que constantemente demostremos nuestro amor, que no nos lo guardemos para sí, porque el amor que retengamos nunca podrá dar frutos de amor a nosotros. Un gesto amable, una sonrisa en el momento oportuno, una palmada cariñosa, pueden romper cualquier situación tensa que hayamos creado o que nos la hayan creado.
Si amamos a Dios, hemos de amar a todo el mundo, incluidos los que nos hayan ofendido y nos menosprecien públicamente. El Señor en su pasión y en su crucifixión, amó a todos, incluso a sus verdugos, sin límite alguno: “7Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, Él no abria su boca”. (Is 53,7).
Son palabras del Señor expresadas por medio de San Mateo:"43 Habéis oído que fue dicho: Amaras a tu prójimo y aborrecerás a tus enemigos. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, 45 para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos, que hace salir el sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e injustos. 46 Pues si amáis a los que os aman, ¿que recompensa tendréis? ¿No hacen eso también los publicanos? 47 Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿que hacéis de más? ¿No hacen eso también los gentiles? 48* Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial”. (Mt 5,43-47).
Y para aquel que trate de eludir la obligación que tiene de amar a todos sus hermanos, conviene que recuerde la que nos dice San Juan en su primera epístola: “9 El que dice que está en la luz y no ama a su hermano, está todavía en las tinieblas. 10 El que ama a su hermano permanece en la luz y nada lo hace tropezar.11 Pero el que no ama a su hermano, está en las tinieblas y camina en ellas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas lo han enceguecido”. (1Jn 2,9-11).
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista ReL, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.
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