En la fans page de ForumLibertas.com en Facebook han tenido la gentileza de publicar el testimonio de generosidad de Dobri Dobrev. Dobri es un anciano pobre de 98 años. Se quedó sin oído durante la Segunda Guerra Mundial y actualmente vive de la pensión de 80 euros que le paga mensualmente el Estado Búlgaro.
Más allá de que él mismo se hace sus propios vestidos, de la condición humilde en la que vive o del recorrer diariamente 10 kilómetros desde donde su casa hasta la capital del país, Sofía, para mendiga, se ha convertido en foco de atención por el acto de generosidad que ha protagonizado recientemente: donó más de 40 mil euros (fruto de las limosnas y ahorros de la vida) para pagar facturas de luz y agua de orfanatos y también para restaurar monasterios e iglesias en su país natal.
Evidentemente el gesto de generosidad está precedido de una robusta fe de este hombre. Solo un hombre de fe, que sabe que las iglesias son casas de Dios, es capaz de hacer algo así. Y es que la fe exige desprendimiento pero así precisamente llena porque se convierte no en un mero «dar» sino en un «darse».
A mí me ha recordado aquel pasaje evangélico de la viuda pobre de la cual, tras echar dos moneditas en la cesta del templo, Jesús dijo: « Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de los que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir». A veces la gente que menos tiene es la que más da.
A mí me ha recordado aquel pasaje evangélico de la viuda pobre de la cual, tras echar dos moneditas en la cesta del templo, Jesús dijo: « Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de los que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir». A veces la gente que menos tiene es la que más da.