Llegamos finalmente a los días de la persecución religiosa durante la Guerra Civil española. Según recoge Igor Basterretxea en su historia sobre la Basílica de la Purísima Concepción de Elorrio (1997) nos recuerda que en diciembre de 1936, «se suspenden todos los actos religiosos, la celebración de la Purísima y por supuesto el “convivio”, al estar la iglesia ocupada por el Batallón Zabalbide, perteneciente a las milicias marxistas».
Otras informaciones aclaran que el Batallón Zabalbide se estableció en el Palacio Uribe de Elorrio, donde se juntará con el Batallón Azaña que anteriormente ocupaba la iglesia parroquial de Elorrio del 3 al 23 de diciembre de 1936.
DIARIO DE UN MÉDICO ARGENTINO EN LA GUERRA DE ESPAÑA (1936-1939)
Publicado por Espasa-Calpe en 1941 y, en nuestros días en Almuzara, en 2019 [sobre estas líneas la portada]. Muchos y famosos fueron los visitantes extranjeros que acudieron a la España republicana en guerra, bien para combatir, bien para narrarla. Menos conocidos pero acaso igual de numerosos fueron los personajes que eligieron el bando nacional guiados por los mismos móviles que aquellos. Los franceses Albert-Louis Deschamps, Brasillach y Bardeche o el decepcionado George Bernanos; el soberbio poeta sudafricano Roy Campbell; los militares ingleses Peter Kemp y John F.C. Fuller; el ilustrador boliviano Arturo Reque Meruvia, Kemer, o el cineasta norteamericano Russell Palmer son prueba de ello. HÉCTOR COLMEGNA, médico argentino, se enroló muy pronto como voluntario a las Brigadas Navarras, con las que hizo toda la guerra desde el frente del Norte hasta la caída de Barcelona. Unidades formadas en su origen por milicianos del Requeté o la Falange, las Brigadas Navarras formaron parte muy principal en la masa de maniobra del Ejército de Franco, lugar natural elegido por un católico convencido como era Colmegna para prestar sus servicios asistenciales. Este libro es su diario de combate y en sus páginas, en el capítulo dedicado a Vizcaya, leemos:
En el pueblo de Elorrio permanecimos un día. Hallamos la iglesia principal desmantelada por el enemigo. Los altares, sin embargo, estaban incólumes. El órgano, hermosísimo instrumento de grandes proporciones, había sido estúpidamente maltratado; los tubos estaban esparcidos por el suelo. En la hermosa capilla donde se guardaban los restos del beato Berrio-Ochoa, la tumba vacía había sido profanada. La lápida de mármol que la cubría había sido arrancada y dentro de la tumba se veían la calavera y las cenizas del beato. En aquella iglesia, lo mismo que en todos los lugares por donde el adversario pasaba, violaba y saqueaba las tumbas, tal vez por suponer que encerraban objetos de valor o acaso simplemente por hacer escarnio de la religión y por espíritu de barbarie.
En 2009, nuestro querido deán de la Catedral de Coria, Dr. Ángel David Martín Rubio, nos aclara más detalles:
Entre otras profanaciones, lo fue notablemente la urna que contenía las reliquias del entonces Beato Berrio-Ochoa y esparcidos los restos. Como la urna era de plata se la llevaron, siendo más tarde recuperada en Begoña (Bilbao). El 14 de junio de 1937, dicha Basílica fue ocupada por batallones que la profanaron, incluso el Camarín de la Virgen, preparando todos los objetos valiosos para llevárselos metidos en sacos, lo que no pudieron realizar ya que el rapidísimo avance de las fuerzas nacionales lo impidió. Los copones con varios miles de Sagradas Formas fueron retirados del Sagrario y guardados en el joyero de la Sacristía pero más tarde se comprobó que había sido violentado el joyero, los copones profanados para ser llevados y las Formas Sagradas habían desaparecido salvo un centenar que se encontraban esparcidas por el suelo.
Finalmente, en la iglesia del monasterio de Santa Ana de Elorrio alberga en un relicario de plata algún hueso de san Valentín y las cadenas con las que fue atado al martirio, regalo de los vascos residentes en Manila cuyos nombres constan en el reverso.
En una foto publicada en El Nervión el 8 de diciembre de 1907. Vemos como en el principio de la construcción del altar no estaba la imagen yacente del Obispo mártir.