Cuando el pasado 23 de abril publicaba el artículo que titulé “De la conversión de la Marcha de Granaderos en Marcha Real y luego en Himno Nacional” () decía que una de las razones que impulsó “el Decreto de 3 de febrero de 1815 por el que la marcha, designada como “española”, se interpretase como único toque de honor en cualquier circunstancia e independientemente de la unidad militar que rindiera honores” era, precisamente, “evitar que las unidades españolas utilizaran músicas francesas, notablemente La Marsellesa”.
La Marsellesa (“la Marseillaise” en francés) es efectivamente una vibrante composición de Claude Joseph Rouget de Lisle, nacida en realidad como “Canto de Guerra para el ejército del Rin”, que sólo pasó a llamarse “La Marsellesa” cuando en julio de 1792 entra en París a sus acordes el Batallón de los Marselleses.
Su conversión en Himno Nacional francés data de 14 de julio de 1795, en que así lo decide la Convención a iniciativa del Comité de Salud Pública. Reemplazada en 1804 bajo el Imperio por el “Chant du départ”, será retomada en 1830 por Revolución de las tres gloriosas que lleva a Luis-Felipe de Orleáns al poder, con reorquestación de Berlioz.
Pues bien, parece que, efectivamente, la Marsellesa se cantó en España durante la ocupación gabacha, y si bien en algunos ámbitos y ocasiones lo fue para rendir honores a la nueva autoridad francesa, en muchos otros no parece que lo fuera con afán alguno de afrancesamiento, ni siquiera de aceptación del espíritu libertario que en principio importaban los generales franceses, sino con una intención bien burlesca destinada a usar sus acordes para la mofa de las tropas invasoras.
Así lo relata al menos el gran cronista de la villa y corte que fue D. Ramón Mesonero Romanos (18031882), autor del “Manual de Madrid”o de las “Escenas y tipos matritenses”, quién incluso da cuenta del texto que los madrileños cantaban para burla de las tropas francesas.
Dice la letra de la que nos habla Mesonero Romanos en sus “Memorias de un setentón, natural y vecino de Madrid”.
“A las armas corred, patriotas,
a lidiar a morir o a vencer;
guerra eterna al infame tirano,
odio eterno al impío francés.
Patriotas guerreros,
blandid los aceros
y unidos marchad,
por la patria a morir... o triunfar.
¡A morir... o triunfar!”
Texto que sin duda sería muy parecido al que irían cantando enardecidas las tropas del Cura Merino por las tierras de la más vieja y ancha Castilla, en aquella campaña sobre la que ya tuvimos ocasión de comentar en esta columna en su día ().
©L.A.
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