Que el lenguaje diario está lleno de modismos procedentes del Evangelio es algo en lo que ya hemos tenido ocasión de entrar en esta columna con una serie de entregas (pinche en cada una de ellas si quiere ver la , la , la , la , la , la o la ). Pues bien, vamos ya con la octava de la serie, y con ella, el análisis de otras dos expresiones evangélicas de nuestra vida cotidiana.
 
 
Lobos disfrazados de ovejas
 
            Dícese de aquellas personas que simulan ser absolutamente inofensivas y amigables, disfrazando, disimulando de manera más o menos eficaz el gran peligro que encierran. Más genéricamente, se dice también de las personas que simulan ser buenas o atesorar alguna virtud, y sin embargo, ni lo son ni las atesoran. Es un dicho muy coloquial y repetidísimamente utilizado en el lenguaje.
 
            Pues bien, proviene también de esa gran cantera de dichos que es el Evangelio, uno de los cuales, el de Mateo, lo pone en boca de Jesús que se refiere con la expresión a los falsos profetas:
 
            “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mt. 7, 15)
 
 
Que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda
 
            Se utiliza con mucha frecuencia en el mismo contexto en que la utilizó Jesús, es decir, en el relativo a la caridad, si bien encierra dos posibles enseñanzas diferentes: según una de ellas, cuando hagas caridad no te preguntes qué es lo que el beneficiario va a hacer con lo que constituye el objeto de tu caridad; según la segunda, más adecuada al contexto evangélico, cuando hagas caridad no te jactes de haberla hecho, que lo que haga tu mano derecha, ni siquiera la izquierda, su compañera inseparable de faenas, se entere de que la ha hecho.
 
            Es una vez más un dicho de Jesús cuya transmisión debemos a Mateo, el gran transmisor de los dichos de Jesús, el cual la incluye en el conjunto de enseñanzas morales que realiza Jesús justo después del discurso de las Bienaventuranzas:
 
            «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. (Mt. 6, 1-4)
 
            ©L.A.
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