Manuel Crespo Ortega (San Sebastián, 1948), es licenciado en Teología Bíblica por el Instituto Bíblico franciscano de Jerusalén. Ex director de la revista Tierra Santa de la que es asiduo colaborador hasta la fecha. Durante ocho años Guía de peregrinos en Tierra Santa y guía-acompañante de grupos por tierras bíblicas de Egipto, Israel, Jordania, Turquía, Chipre, Grecia, Malta e Italia.

Ha escrito en San Pablo el libro “Isidro Labrador, santo del siglo XI y… del XXI”, y ha accedido a una entrevista sobre la novedad, del mismo sello editorial: “Guía de Tierra Santa en cuerpo y alma”.

Por ese motivo, nos ha concedido la siguiente entrevista.

Manuel, nos dice usted, en la introducción de su libro, que la guía-acompañante a Tierra Santa está pensada para que “el peregrino, tras escuchar las explicaciones del guía, pueda saborear con relax la visita de cada santuario, visionando el entorno natural, la arquitectura, la decoración, elementos que le ayudarán a fijar en su mente el mensaje de cada santuario y los sentimientos que ha tenido en cada visita”. También comenta que “se puede leer antes del viaje, como ayuda y preparación a las visitas, y así aprovechar al máximo las sugerencias y reflexiones que aquí pueda encontrar”. Sabiendo que según la última edición del Informe de Libertad Religiosa, en Israel los cristianos son un 2.3% , el 71.9% judíos y el 20% musulmanes, mientras que en Palestina y Gaza son un 1.4% cristianos, un 80% musulmanes y un 11.7% judíos, ¿cómo piensa que contribuye su guía a ayudar más y mejor a esa población de creyentes en minoría, incluso por debajo de los agnósticos, 4.3% en el primer caso y 5.7% en el segundo?

Es cierto que la presencia de cristianos nativos en Tierra Santa es casi testimonial en estos tiempos. El libro - guía que he escrito y los peregrinos que viajan a Tierra Santa les podemos ayudar en estos dos aspectos:

En el anímico - espiritual, diciéndoles que ellos son las piedras vivas de la Iglesia Madre de Jerusalén, que siguen siendo los destinatarios privilegiados del mensaje del Evangelio, los testigos presenciales de la Resurrección de Jesucristo y de la fiesta de Pentecostés, que de Jerusalén nos viene la salvación...

Son tantos los favores que nos ha hecho la comunidad cristiana de Tierra Santa que ahora, en estos tiempos revueltos donde pasan dificultades de todo tipo, los cristianos del mundo entero debemos estar a su lado mostrando nuestro apoyo incondicional.

Y un segundo aspecto a tener en cuenta es el social - laboral, porque muchos cristianos de Tierra Santa se encuentran atrapados en sus pueblos tras la construcción del muro que separa Israel de Palestina. Esta nueva situación les dificulta la movilización para ir a trabajar a las grandes ciudades o para colocar los productos de las pequeñas empresas que tienen.

Los peregrinos ayudan a los cristianos que trabajan en el sector turístico, agencias de viajes, Guías profesionales, hoteles, fabricación de souvenirs y recuerdos religiosos, especialmente en Belén, permitiendo que muchas familias puedan mantenerse económicamente gracias a estos trabajos.

 

Como dice en ese mismo Informe, el padre Mario da Silva, párroco de la iglesia de la Sagrada Familia, la única parroquia romana de la Franja de Gaza, comentó en una entrevista publicada en abril de 2018 que, en seis años, el número de cristianos de la Franja de Gaza había descendido de 4.500 a solo 1.000.  También dijo que los cristianos de Gaza se sienten abandonados por la comunidad internacional y que les gustaría que otras Iglesias y otros católicos del resto del mundo les prestaran más atención, porque "el mundo solo se acuerda de nosotros cuando hay guerra. Afortunadamente, hay algunos grupos e instituciones como la Misión Pontificia, Amigos de Tierra Santa y algunas otras que nos ayudan". ¿Cómo motivaría a tantas personas, creyentes y no creyentes, que están pensando hacer un viaje a Tierra Santa? ¿Qué razones les daría a unos y a otros?

Los motivos son muchos y muy variados según las creencias de cada viajero. Expongo brevemente algunos:

Como viaje cultural: de Medio Oriente provienen las grandes culturas y religiones que tanto han influido en nuestro mundo occidental. Y una de ellas es la cultura religiosa del judeocristianismo, basada en la Biblia y de una manera especial en el Evangelio que Jesús predicó en Tierra Santa: en Cafarnaúm, Nazaret, Jericó, Betania, Jerusalén....

Nuestras tradiciones y nuestro calendario festivo están marcados por los acontecimientos sucedidos allí: Navidad, Semana Santa, fiestas de apóstoles (Santiago, como patrón de España), San Juan, fiestas marianas tan celebradas como la Asunción de la Virgen y la Inmaculada, las fiestas patronales en honor de María, bajo múltiples advocaciones que festejan a la madre de Jesús a lo largo y ancho de nuestra geografía. Todo hace referencia a Tierra Santa, nuestras fiestas tienen un enlace con aquella tierra. 

Como viaje religioso (peregrinación a los Santos Lugares) para seguir las huellas de Jesucristo y escuchar su Palabra en  sitios tan privilegiados como el monte de las Bienaventuranzas y el Lago de Tiberiades; renovar el Bautismo en el río Jordán, celebrar la Eucaristía en el Cenáculo franciscano... Aprender a orar con los apóstoles el Padrenuestro en el monte de los Olivos, participar de la luz de la Transfiguración en el monte Tabor, sentirse acompañado por Jesús en el camino de Emaús, acompañar al Maestro en su sufrimiento en el Huerto de los Olivos, en la Vía dolorosa y en el Calvario, y presenciar con la Magdalena la gloria de la Resurrección en la basílica del Santo Sepulcro. Hoy día, es la principal motivación que mueve a muchos peregrinos a visitar Tierra Santa en grupos organizados por organismos eclesiásticos y acompañados de Guías religiosos. 

Como viaje sociopolítico. Es otra motivación para algunos viajeros, más preocupados por la historia reciente de Medio Oriente. El siglo XX marcó el devenir se esta región con el final del Imperio Otomano y la creación, en 1948, del estado de Israel. Tras varias guerras casi seguidas, Tierra Santa se encuentra dividida en dos: Israel y Palestina (territorios ocupados) aún por definir su futuro como Estado independiente. El pueblo palestino, al que pertenecen los pocos cristianos que quedan, es un pueblo que sufre las consecuencias de esta historia reciente, con un presente desolador y un futuro incierto.

 

La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, reconociendo a Jerusalén como capital de Israel (Australia también ha hecho recientemente esto segundo), provocó que Alí Salam, alcalde de Nazaret, dijera que esa decisión había hecho desaparecer la alegría de las fiestas y que se cancelarían, como protesta, las celebraciones de Navidad como protesta. Además, el ayuntamiento de Jerusalén cerró durante un tiempo el Santo Sepulcro, aunque lo volviera a abrir.  Sabemos por el citado Informe que Israel relaja las restricciones de entrada durante las festividades religiosas para que los palestinos puedan visitar los lugares sagrados de Jerusalén., pero durante la Semana Santa de 2018 solo se permitió la entrada a mayores de 55 años y a menores de 16. Wadi Abunasar, portavoz de la Asamblea de los Ordinarios Católicos de Tierra Santa, declaró que las restricciones eran "lamentables" y añadió que la Semana Santa es una fiesta familiar y "no es razonable" dejar que entren en Israel los padres "dejando atrás en Gaza a sus hijos", y que, a pesar de que a lo largo de los últimos 10 años se han producido unos 80 incidentes de vandalismo contra iglesias y lugares cristianos, se han realizado muy pocos arrestos o imputaciones. «Todo el mundo nos muestra afecto y nos dicen palabras bonitas, pero ya estamos hartos de eso. Queremos condenas, no solo imputaciones». ¿Cómo se viven estas tensiones políticas e incidentes, la falta de libertad religiosa en los territorios palestinos, aunque haya libertad de culto... por parte de los cristianos que allí van en peregrinación de otros países, en una situación cada vez más difícil para los que profesan nuestra religión?

Afortunadamente, los peregrinos y el turismo, en general, son bienvenidos en Israel, como fuente de ayuda económica al país. Para ello despliega un amplio programa de seguridad viajera, que empieza en los aeropuertos de salida,  continúa en el aeropuerto de Tel Aviv a la llegada y a lo largo del viaje se puede ver la vigilancia policial y militar en los sitios más estratégicos de la Ciudad Santa: la Vía Dolorosa, la calle más concurrida y comercial de Jerusalén, y en las proximidades del Muro de las Lamentaciones y la explanada del Templo, donde se encuentran las dos principales mezquitas: la Cúpula de la Roca y El Aksa, también lugar donde se concentran turistas, peregrinos y creyentes locales, judíos y musulmanes, que acuden a orar en las horas y días previstos en sus respectivas religiones. La vigilancia, a veces molesta por los registros, alivia al visitante que ve esta seguridad y no teme que haya problemas.

Se puede animar a los lectores de este portal es.catholic.net a viajar a Tierra Santa, se disfruta mucho visitando los santuarios y hay suficiente seguridad para hacer la peregrinación en paz y sin alteraciones.

 

Muchas gracias, D. Manuel. Por último, y a modo de testimonio personal, queremos preguntarle ¿cuándo y cuántas veces ha viajado a Tierra Santa?  a qué lugares lo ha hecho, cuáles le han impresionado o sugerido más y por qué? ¿Desea hacer alguna recomendación, sugerencia o reflexión que no se haya abordado en su libro o en esta entrevista?

He tenido la suerte de vivir cinco años en Jerusalén, tres como estudiante y dos como director de la revista Tierra Santa.  Después trabajé varios años en el Centro Tierra Santa de Madrid, desde donde acompañé como Guía a unos sesenta grupos de peregrinos durante su peregrinación a los Santos Lugares.

Mis sitios preferidos son el Lago de Tiberíades, el santuario de la Visitación en Ain Karem y la ciudad vieja de Jerusalén.

Quiero terminar la entrevista animando a los lectores a peregrinar a Tierra Santa porque es un viaje único, es regresar a las fuentes de nuestra religión y nuestra cultura, es un viaje para pensar, orar y reflexionar. A muchos les cambia su forma de ver la vida y regresan agradecidos.