Palabras del Señor que fueron recogidas por San Juan evangelista..,  nos dicen lo siguiente…: “El espíritu es el que da vida, la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida;…”. (Jn 6,63). En estas palabras del Señor, son bien claras, pero expresada esta afirmación del Señor, de otra forma, lo que nos dijo fué: Tenéis espíritu y carne, es decir: alma y cuerpo. Vuestro cuerpo no os dará la vida eterna, esta os la dará vuestra alma. Vuestro cuerpo no aprovecha nada, es decir por medio de vuestro cuerpo no alcanzaréis la vida eterna, es el alma la que os da la vida eterna.

        San Pablo en se segunda carta a los Tesalonicenses, (1Tes  5,23) claramente nos habla de la existencia de cuerpo y alma al recomendar a estos, que se conserven irreprochables en todo su ser, cuerpo y alma, hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo. Muchas son las argumentaciones y razones que nos demuestran que nosotros somos cuerpo y alma, pero no es el caso de entrar aquí en este tema sino en otro. El Dr. Rodríguez Delgado, director del Centro de Estudios Neurobiológicos y académico de la Real Academia de Medicina en una conferencia en 1984, dijo que el cerebro y el alma son dos cosas distintas. El cerebro se palpa, se pesa, se mide; y el alma no. Hay que distinguir entre las funciones cerebrales y el cerebro.

            La memoria, -dijo el Dr. Rodríguez Delgado- está en el cerebro pero no es el cerebro. El cerebro y el alma son cosas distintas. La mente ostenta unas propiedades y unas facultades funcionales que rebasan lo puramente biológico y fisiológico, y con mayor razón lo físico. Reducir el pensamiento al cerebro material, es como en un cuadro de Goya, examinar el lienzo y los colores yuxtapuestos, pero desconocer el arte, que es de orden espiritual. Lo mismo que un libro es algo más que papel y tinta. Lo importante son las ideas que transmite. Y esto es lo espiritual.

            Wilder Penfield de la Universidad de Montreal, que se dedicó toda su vida, como neurólogo y neurocirujano, al estudio de la persona y del cerebro humano, dice: “El cerebro se parece mucho a un ordenador. Sin embargo, la mente, el espíritu, es algo independiente del cerebro. La mente no es un producto del cerebro. La mente no es algo físico. Depende del cerebro pero no es el cerebro, no es algo fisiológico. Ningún científico ha logrado demostrar que la mente tiene explicación material.”  El espíritu, inteligencia o mente, no es una producción material. Si es cierto que el cerebro puede ser comparado a una máquina provista de todos los dispositivos electrónicos más perfectos y los conmutadores mejor ajustados, es necesario, sin embargo, que le añadamos un operador: el alma.

            El cerebro es condición para el raciocinio. La condición es necesaria, aunque no sea causa. Como la ventana es condición necesaria para que la luz del Sol entre en la habitación. Pero la causa de la luz no es la ventana sino el Sol. La causa del raciocinio es el alma. El cerebro es tan sólo la condición, el instrumento. Pero el tema de esta glosa no es el de dar argumentos sobre la existencia del alma y sus potencias, ya que a cualquier católico medianamente instruido, no se le ocurre negar la existencia del alma inmortal que todo ser humano posee, sino el de analizar los sentidos sensoriales de cuerpo y alma.

Visto lo anterior acerca de la existencia del alma, esta al igual que el cuerpo dispone de unos sentidos sensoriales. Tradicionalmente estimamos que los sentidos sensoriales del cuerpo son: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Y estos cinco sentidos corporales, sirven exclusivamente para apreciar la materia porque ellos son materiales y lo material es inferior a lo espiritual, por lo que por ejemplo los ojos de nuestra cara no pueden ver el alma de una persona que acabamos de conocer. El conocimiento de lo espiritual, nuestro cuerpo material solo puede apreciar su existencia indirectamente, a través de los efectos. El Señor, refiriéndose a los falsos profetas, nos dejó dicha la frase: “...por su frutos los conoceréis…” Y por sus frutos pueden nuestros sentidos corporales apreciar la existencia de lo invisible. Son varias las cosas invisibles que existen y son invisibles a nuestros ojos corporales, así por ejemplo, la presión atmosférica, la fuerza gravitatoria, y otros ejemplos de la física.

Los sentidos de nuestra alma, como elementos de un orden superior, son mucho más perfectos, que los de nuestro cuerpo, pero para poder apreciar su existencia y potencia es necesario que los desarrollemos, cosa está que muy pocos son los que se la toman en serio. La exigencia del desarrollo, funciona también en referencia a nuestros sentidos corporales, cuyos rendimientos está en función de su uso. Pero hay que tener en cuenta una circunstancia y es que los sentidos corporales, como elementos pertenecientes al orden material, son corruptibles y se desgastan con el uso.

En los sentidos espirituales, el desgaste no existe, nosotros podemos desarrollar nuestros sentidos espirituales, hasta donde nos plazca, hasta el grado de desarrollo que nosotros les queramos dar y  ahí se quedarán y nunca retrocederán, porque ellos son inmortales. Ellos al pertenecer a un orden superior, son más perfectos que los de nuestros cuerpos. Para quienes hayan leído libros sobre NDE (experiencias alrededor de la muerte), más de una vez en muchos casos, el sujeto de la experiencia cuenta que de pronto miró para abajo y vio un accidente de coche y su propio cuerpo en la cuneta, o bien vio un quirófano con su cuerpo en la mesa de operaciones y una serie de médicos tratando de reanimarle. Y si sus ojos corporales estaban en su  cuerpo que estaba en la mesa del quirófano: ¿cómo pude ver la escena desde arriba? Solo cabe una explicación, fueron los ojos de su alma la que le transmitió la imagen.

Los sentidos corporales de nuestras almas, son solo muy pocas personas, muchas de ellas ya canonizadas, las que desarrollaron en vida o ahora mismo los están desarrollando los sentidos de su alma. El desarrollo de estos sentidos del alma, avanza siempre al unísono que avanza, nuestra alma en el camino del amor al Señor, en el desarrollo de su vida espiritual. Muchos de esos milagros que han realizado santos ya fallecidos, esta apoyados en el desarrollo de los sentidos sensoriales de sus almas. Son personas que tienen tan desarrollados los ojos de su alma, que son capaces de ver la belleza o negritud de las almas de los demás. Tal es el caso, según se narra del Santo cura de Ars, que veía las almas de sus penitentes y conocía sus pecados antes de que ellos se los contaran,

El avance espiritual de un alma, determina en esta unos cambios tales, que el que los experimenta piensa que Dios le ha dado la vuelta él como a un calcetín.  Y así es, porque mira para atrás y él mismo, no se reconoce. Con razón en la vida espiritual, para poner de relieve  los cambios que sufre un alma, cuando se entrega al amor del Señor, se habla del hombre viejo y del hombre nuevo. Son estas unas expresiones de una gran importancia porque solo el hombre nuevo, podrá entrar gloriosamente en el Reino del Señor.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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