Ante la avalancha de inscripciones hubo que cerrar el cupo del Royal Albert Hall ya en febrero. Los españoles que siempre van, como buenos españoles, tuvieron que darse más prisa de lo habitual por aquello de que el último minuto esta vez no iba a funcionar.
Aun así fue muy tarde para mucha gente, y la organización desbordada tuvo que buscar más asientos, para lo que pidió a la gente que tiene derechos de palco que amablemente cedieran su espacio para poder acomodar más gente.
Con todo el desparpajo le pidieron a la Reina de Inglaterra que cediera su palco, el Royal Box, a lo cual la casa real inglesa respondió diciendo que lo harían encantados siempre que invitaran al palco a gente distinguida.
Ni cortos ni perezosos los organizadores asignaron los asientos a los sintecho, los expresidiarios y los beneficiarios de su programa de ayuda (Homeless Shelter, Caring for Exoffenders, Wilberforce Trust)
Nicky Gumbel, el párroco de HTB, lo contó al final de la Conferencia y todos los ocupantes del palco recibieron una ovación de los asistentes.
La Reina de Inglaterra cediendo su asiento a los pobres, los presidiarios, los necesitados…todo un notición y un signo profético de lo que es el cristianismo.
Y es que en HTB Londres se enseña que no podemos adorar a Dios si no amamos a los hombres, y cualquier líder de alabanza (Worship) de la talla de Tim Hughes, te dirá que no hay worship que valga sin justicia social…lo mismito que nos dice el Nuevo Testamento: “¿cómo vamos a amar a Dios a quien no vemos si no amamos a nuestro hermano a quien vemos?” (1 Juan 4:20)
En Londres yo he podido ver banqueros sentados con homeless en el mismo grupo pequeño en los cursos Alpha, y aunque sean minoría, la gente de la calle ha comenzado a acercarse a Cristo a través de iniciativas de evangelización y siempre hay gente en proceso de rehabilitación dentro de los cursos Alpha.
Como decía Mons. Novell en Ponferrada, queremos hacer de ellos hermanos, no simples usuarios.
Nada de esto es casualidad…hay dos señales que acompañan todo movimiento de reavivamiento de Dios para su Iglesia. La primera es la Unidad. Sin unidad con la Iglesia, sin unidad con los propios hermanos, sin unidad de corazón con otros hermanos separados…no hay testimonio que valga ante el mundo (Jn 17 Ut unum sint)
La otra es la Misericordia, Deus Charitas Est, que genera el “mirad cómo se aman” de los admirados paganos, y que habla el lenguaje universal del amor.
Esto se ha visto en Londres, donde en una conferencia organizada por una parroquia Anglicana que ha llegado a la friolera de 20 millones de personas con su curso Alpha, se ha podido ver juntos pastores de referencia como Bill Hybels, con todo un cardenal de la Iglesia como el cardenal Schonborn hablando de cómo le que a la Iglesia en el Cónclave.
Y junto con esta unidad de palabra y de hechos, de afecto y de visión, los invitados “distinguidos” los pobres también presentes…yo sé que el papa Francisco estaría orgulloso.
Permítanme un aviso a navegantes: ahora que tantos hacen del Papa bandera para decir que por fin llega el cambio a la Iglesia…unidad y justicia van de la mano. Justicia y adoración también. Testimonio y obediencia son dos caras de la misma moneda…
Se puede hacer una conferencia cristiana en el Royal Albert Hall, donde tocaron los Beatles. Se puede hablar de finanzas, cultura, alabanza, crecimiento de iglesia y postmodernidad. Se puede y se debe formar a los líderes cristianos de la sociedad, y hacerlo conlleva también educar sus conciencias para entender que todo va de la mano…
Y ojalá que todos los días la Reina de Inglaterra, como los poderosos, los influyentes y los prominentes, o simplemente los que tienen más que otros, tuvieran la dicha de poder ceder su asiento a los que verdaderamente importan, aquellos acerca de los cuales nos preguntará Jesús a todos cuando lleguemos al Reino de los Cielos….
“Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Venid vosotros, a quienes mi Padre ha bendecido; recibid vuestra herencia, el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me disteis alojamiento; necesité ropa, y me vestisteis; estuve enfermo, y me atendisteis; estuve en la cárcel, y me visitasteis.” Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o falto de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” El Rey les responderá: “Os aseguro que todo lo que hicisteis por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, por mí lo hicisteis.”(MT 25,34-40)