El Papa se ha reunido con las superioras generales de todas las congregaciones religiosas femeninas y les ha transmitido, con mucho amor pero con mucha claridad, un mensaje: No se puede ser monja sin seguir a Cristo y no se puede seguir a Cristo sin estar en la Iglesia y en comunión con ella. Les ha recordado la vieja máxima ignaciana: "En todo, sentir con la Iglesia".

 Lo ha hecho porque es el Papa y tiene la misión de defender a la Iglesia. Pero lo ha hecho también porque, siendo jesuita, conoce muy bien la vida religiosa, sus tribulaciones y dificultades, así como sus grandes logros, y es por amor a esa vida religiosa por lo que quiere que sus miembros estén cada vez más en el corazón de la Iglesia. Sin eso, simplemente, no pueden vivir, no pueden prosperar, no pueden tener vocaciones, no pueden tener futuro.

Esto es algo que parecen no entender buena parte de los superiores y formadores de los religiosos y las religiosas. Cuando se les hacen críticas, reclamando lo que el Papa les ha dicho este miércoles a las superioras de las monjas, su actitud suele ser muy agresiva. No se les pide otra cosa más que ese "sentir" con la Iglesia y ser fieles al carisma de sus respectivos fundadores. Nadie les dice que no arriesguen, que no estén en la frontera o que no estén con los pobres. Sólo que, incluso estando en la vanguardia de la pastoral o en la periferia de la evangelización, no olviden la espiritualidad, no olviden la fidelidad a la Iglesia. ¿Acaso no fue absolutamente fiel al Papa un San Francisco Javier, que misionó infatigablemente lugares hasta ese momento ignotos para la fe católica? ¿O no lo fueron San Pedro Claver, o San Francisco Solano, o Santo Torivio, que fueron grandes ejemplos de misioneros? Cuanto más en la frontera se está, más desgaste hay y más necesidad de estar con la Iglesia, de nutrirse de su alimento espiritual, para no confundirse y terminar lejos de los objetivos que te sacaron de tu casa y te llevaron a hacer uno con los últimos de los últimos.

En todo sentir con la Iglesia. Lo dijo San Ignacio. Lo ha dicho un Papa que es jesuita. Es algo que los religiosos harían bien en escuchar y aplicar, por el bien de la Iglesia y también por el suyo propio.

http://www.magnificat.tv/es/node/3567/2