Religión en Libertad

Creado:

Actualizado:

("La crucifixión blanca", de Marc Chagall)

Seré cansino e insoportable,

resultaré poco original y repetitivo,

pero el asunto es que a cada verso me gusta más

hacerle un hueco a Dios en mi vida:

que mi vida se vaya nutriendo de su gracia.

Lo necesito, me urge enamorarme

más y más de Cristo.

No tengo madera mística,

no pretendo presumir de nada.

Sólo digo, o escribo,

que ya no puedo vivir sin el Verbo.

Como yo hay muy pocos chapuceros,

como yo hay pocos hombres

tan evanescentes. Me refiero

que mi alma da una talla tirando a escasa.

Escasa de amor, de fijeza, de verdadera entrega.

Soy un cristiano rudimentario, un católico

que se va dejando la vida de piedad a medias.

Pero, pese a todo, no hago más que buscar

un poco de silencio para escuchar a mi Dios, a mi Cristo.

Me estorba el ruido, huyo

de tantas conversaciones y alborotos.

Sólo quiero estar con Él, dejarme llevar

por su Amor infinito.

Pues claro que habla,

pues claro que me habla.

De asuntos muy concretos de mi vida

y de su Vida.

Pero lo que más me pasma

es lo que me quiere.

¡A mí! Dice que me espera, que para Él

soy muy importante. (¿Yo importante?).

“Si supieras hijo mío

la importancia de una sola alma”.

“Yo entregué mi Vida por ella, por ti,

y espero con ansia tu ternura, tus palabras

de amor, la mirada de tu corazón”.

“Una sola mirada tuya

logra que te entregue Mi misericordia,

que Mi Amor vele por ti en cada momento”.

Dios mío. Cada día que pasa

me siento más indigno

y a la vez más embobado de ese Amor.

Busco sus imágenes, los sagrarios.

Necesito besar esas representaciones de Cristo,

de mi Jesús. De niño

no llegaba al Crucificado,

y me tenían que alzar en brazos.

Y ya entonces me sabía a poco.

Ahora voy, llego, y le acaricio,

y le digo, y le beso largo y tendido.

No me iría de Él, de allí, de ahora mismo.

Y noto que me emociona el verle escarnecido,

blanco de toda esa transfusión de Sangre.

Noto que está en mí,

que mi alma le necesita,

le quiere, se vuelve loca.

Quien busca a Dios acaba encontrándole,

porque es el mismo Dios

el que sale al paso y al abrazo.

Y ya no puedes vivir sin Él, no puedes

dar ni un paso más sin Él. Pese

a una vida pecadora y antojadiza.

Jesús mío, sé que no soy dueño

de mi existencia, que te pertenezco por entero,

que lo único serio es amarte.

Amarte. Más. Con más intimidad y sosiego.

Amarte también en el ruido de la calle.

Te veo en la Hostia

expuesta sobre el altar del mediodía.

Te veo en los versos de los poetas,

o hecho arte, o música.

Te veo en la luz de atardecida.

Te veo en los pobres y en los niños.

Te veo cada vez en más situaciones y en más sitios.

Y miro tu Amor, que se ofrece a todos.

Y miro tu dolor cuando te sientes rechazado,

-cuando yo te rechazo, cuando

te vuelvo la espalda del alma.

Jesús mío, en ti confío. En ti,

en ti, en ti. Sólo en ti.

Otórgame el favor de la misericordia

de tu Poesía, y ayúdame

en cada disyuntiva.