El pasado 26 de abril Obama hizo algo bastante inusual en un presidente de los Estados Unidos: se convirtió en el primer presidente que ha asistido y hablado en un congreso de Planned Parenthood (PP) la organización que realiza más abortos en su país y que tiene un papel de primera magnitud en la extensión de los mismos.
Obama no resaltó este aspecto, que es la principal actividad de PP, sino que optó por felicitar a la organización por su casi un siglo de servicios, desde la apertura de su primer centro en Brooklyn. Incluso llegó a afirmar que "el principio que ha guiado toda vuestra labor es que las mujeres deberían poder tomar sus propias decisiones acerca de su propia salud".
Pero como explica Robert Reilly en un artículo aparecido en Mercator, la afirmación del presidente Obama no es precisamente exacta. La realidad es que el principio que movió a los fundadores de Planned Parenthood fue el eugenismo puro y duro. Su fundadora, Margaret Sanger, escribía en 1920 que "el control de natalidad no es más que el facilitar el proceso de eliminar a los incapaces, el prevenir el nacimiento de deficientes o de aquellos que se convertirán en deficientes".
Y un año mas tarde insistía, escribiendo que al promover el control de la natalidad su objetivo era "crear una raza pura", para lo que no dudaba en recurrir a "una rígida política de esterilización y segregación de la población cuya descendencia estará corrompida".
¿A quién se refería Sanger? Reilly lo tiene muy claro a juzgar por los lugares donde instalaba sus clínicas: los corrompidos e impuros eran los pobres, principalmente negros, europeos del Este e irlandeses. A ellos aplicaba Margaret Sanger la siguiente frase de su cosecha: "lo más piadoso que puede hacer una familia grande por uno de sus hijos es matarlo".
Pero claro, de esto Obama prefirió no hablar. Como tampoco habló de los millones de niños asesinados por Planned Parenthood antes de nacer. Así es la agenda de Obama, probablemente el presidente más abortista que hayan tenido jamás los Estaos Unidos de América.
El comentario final de Obama, pidiendo que Dios bendiga la labor de Planned Parenthood, sólo añade un toque más, morboso y blasfemo, a una postura muy pensada y asumida.