Dentro de la oficina, hay que trabajar por la justicia social. Dicho de otra manera, dar a cada quien lo que le toca. Ahora bien, los jefes tienen una tarea fundamental. Por una parte, deben ser comprensibles y, por la otra, exigentes, firmes y decididos a sacar adelante las metas propuestas. Ser jefe no es tarea fácil, pues supone lidiar con las inercias de la mayoría de los trabajadores. En este sentido, hay que recordar que la autoridad y el respeto, no se ganan con el cargo, sino con la congruencia. Por ejemplo, quien exige puntualidad, debe ser puntual. Si bien es cierto que siempre se darán malos entendidos o diferencias, es menos probable que suceda cuando el jefe es una persona cercana y, al mismo tiempo, disciplinada. No se trata de buscar quedar bien con los trabajadores, sino de llevar cabo una gestión opuesta la mediocridad, sin que esto se convierta en un ambiente marcado por la tensión exagerada.
Los patrones deben dejar claro que los trabajadores son corresponsables, pues el que la empresa vaya bien, los ayuda a reducir las probabilidades de caer en el desempleo. Ciertamente, el salario mínimo es vergonzoso en muchos países, lo que debe motivar una acción conjunta de parte del Estado y de los empresarios. Ahora bien, hay que reconocer que los sindicatos –lejos de ser lo que eran antes- se han convertido en una fuente de poder en manos de muy pocas personas. Por lo tanto, limitarlos -que no es lo mismo que suprimirlos- dentro de lo que permite la ley, resulta necesario, pues a menudo lo único que buscan es promover huelgas violentas, cuyas consecuencias son siempre desastrosas, ya que no resuelven absolutamente nada. Es necesario interactuar con la rama sindical, manteniendo los límites apropiados para garantizar el buen gobierno de los asuntos laborales. No es posible que los sindicatos se apropien de campos sociales tan necesarios como la educación pública.
En conclusión, el derecho laboral debe seguir siendo estudiado y adaptado a los nuevos retos que se están presentando a escala mundial, sin confundir la tolerancia y el respeto por los más débiles, con la anarquía.
[1] Jurisprudencia, P./J. 15/96, Semanario de la Suprema Corte de Justicia y su Gaceta, novena época, pleno, III, abril 1996, pág. 16