Desde luego que quienes abandonen este mundo…, gozarán plenamente, de acuerdo con su grado de glorificación, del fuego que emana del amor divino. Unos tendrán más capacidad que otros para goza del amor de Dios, pero no habrá nunca susceptibilidades o envidias, porque la capacidad de goce de cada uno irá en función del amor mayor o menor que aquí abajo le hayamos demostrado al Señor, y el alma que tenga un goce menor, comprenderá que no puede aspirar a más, porque no está preparado para gozar y le es imposible recibir más. Aquí estamos preparándonos para recibir el goce que nos dará el amor de Dios a nosotros, cuando tengamos la dicha, de contemplar su Rostro. El goce del amor que recibamos, será siempre mayor en el que más haya amado aquí abajo. Entre otras razones, porque el amor demanda siempre correspondencia proporcional entre los amantes.
Pero si nos atenemos a las tres clásicas vías que hay que pasar para llegar al Señor, ya aquí abajo, vemos que la tercera y última se denomina vía unitiva, pues en ella el alma de la persona de que se trate, se une al Señor, entregándose de tal forma, que su voluntad queda unificada con la voluntad divina, es decir alcanza esta alma, ya en este mundo una entrega casi tan perfecta, como la que tendrá que alcanzarla, todo el que abandonando el purgatorio llegue a la contemplación del Rostro de Dios.
Para los santos San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús, alcanzar la vía unitiva no es algo simple, sino un camino largo y duro, pues a título de ejemplo, todos hemos oído hablar de la Noche oscura que hay que pasar (Ver abajo las tres glosas sobre la Noche oscura) Llegar a la vía unitiva en este vida, no es algo imposible, pero es de saber que dado que nuestras almas al igual que nuestros cuerpos son totalmente diferentes, no hay dos iguales, espiritualmente hablando, los caminos que hay que recorrer para entregarse unitivamente al Señor en este mundo, son también completamente diferentes.
La omnisciencia, la omnipotencia, en una palabra la tremenda grandeza de Dios que es un Ser ilimitado en todo, le permite el lujo para nosotros imposible de realizar, de tener con cada uno de los más o menos 7.000 MM de habitantes actuales de este mundo y los millones, de personas que ya han pasado por este mundo, una relación singular distinta y muy personal con cada uno de nosotros. Por ello cada uno de nosotros, tenemos un camino distinto de acercarnos al Señor, y poder ya en este mundo, gozar del dulce fuego de su amor.
Y para poder llegar ya en este mundo a gozar de los bienes espirituales, que el Señor nos puede dar, si es que somos acreedores a ello, hemos de empezar por entregarnos totalmente a la voluntad divina. Varios son los pasajes evangélicos en el que el Señor, directa o indirectamente nos habla de servir le a Él, así por ejemplo tenemos: “Nadie puede servir a dos señores, pues o bien, aborreciendo al uno, amará al otro, o bien, adhiriéndose al uno, menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. (Mt 6,24), o bien en el que nos dice: “Quién no renuncia a todas las cosas no puede ser mi discípulo”. (Lc 14,33), en otro nos recuerda que: "El que no está conmigo esta contra mí, y el que conmigo no recoge, desparrama”. (Mt 12,30).
El amor de Dios es totalmente absorbente, es un fuego devorador, Él lo quiere todo y no está dispuesto a compartir ni tu amor lector, ni el mío, con nada ni con nadie. El Señor es un Dios celoso y el mismo nos lo manifiesta cuando nos dice: “Soy un Dios celoso”. (Ex 20,5). Y también en el Deuteronomio se puede leer: "… porque Yahvé tu Dios, es un fuego devorador, un Dios celoso”. (Dt 4,24). Dios nos lo pide todo, porque todo lo que tenemos y disponemos es lo que Él nos ha dado. Nada tenemos que no hayamos recibido de Él. Desde la vida que disfrutamos hasta el sol que nos ilumina y los frutos de la tierra que nos alimentan.
Entregarse al Señor, es vivir exclusivamente, en Él, por Él, y para Él. Es renunciar a tener voluntad propia, no soñar con deseos humanos, carecer de planes de futuro, porque de nuestro futuro ya se encargará Él, lo nuestro es aceptar su voluntad cualquiera que esta sea, y si es desagradable para nosotros, mucho mejor, porque mayor será nuestra gloria. Hay que decirle con autentico sentimiento de real aceptación: “Señor, yo solo quiero ser lo que Tú quieres que sea y hacer lo que Tú quieres que haga”.
Vivir solo para Dios, tiene que ser el objetivo del que quiera abandonarse o entregarse al Señor, porque no hay bien material en este mundo, que pueda dar a nadie la felicidad y gozo que adquiere el que plenamente se entrega a Ti, Señor. El que se abandona en los brazos de Nuestro Padre, nada le preocupa ya, nada le turba su paz. No pide nada, ni nada rechaza en orden a su salud o enfermedad, vida larga o corta, consuelos arideces, nada pide ni nada ambiciona, solo glorificar a Dios con todas sus fuerzas, y que los demás reconozcan cada uno su divina filiación adoptiva y lo que se pueden perder, no amando al Señor, o amándole tibiamente, porque cuanto más perfecta sea una entrega al Señor en esta vida, mayor es el grado de felicidad que se alcanza, y me refiero a la felicidad actual en este mundo no a la que esperamos, que será infinitamente mayor.
Para gozar ya en esta vida del fuego de tú amor Señor, hay entregarse a Ti sin reserva material o mental alguna, uno ha de aceptar la idea de que ha de andar por caminos no previstos ni deseados,. Entregarse a Ti, es cerrar los ojos y decir ciegamente: voy a donde Tú quieras Señor, no me importa nada de lo que hay en este mundo ni quiero mirar atrás: ”Jesús le respondió: El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. (Lc 9,62).
Cuando nos abandonemos a tu divina voluntad; cuando las tres virtudes teologales crezcan en nuestro corazón; cuando sigamos fiel y dócilmente las mociones del Espíritu Santo, solo entonces comenzaremos a navegar en plena felicidad, ya en este mundo, antes de llegar definitivamente a Ti, y para ello uno ha de entregarse de verdad, sacrificándolo todo.
“Si de verdad quieres entregarte,
renuncia a lo que tienes
a lo que más te conviene
y comienza a sacrificarte”.
La entrega debe ser el primer fruto de la conversión, por sin entrega no hay una verdadera conversión. La entrega es dejar en manos del Señor el timón de nuestras vidas. Que Él sea quien en todo momento y para todo Él decida.
“Que no sea yo quien decida,
lo que ha de ser mi vida,
que mi vida solo sea,
lo que tu voluntad desea”.
Casi todos los hombres tenemos nuestros propios planes, para encontrar nuestra felicidad, y miramos a Dios, simplemente como alguien que nos puede ayudar a realizarlos. Cuando resulta que el problema es inverso, es Dios el que tiene sus propios planes para nuestra felicidad, y Él está esperando a que le ayudemos a realizarlos. Y no podemos dudar de que los planes de Dios, son mucho más perfectos que los nuestros y nosotros no podemos mejorar los planes de Dios. Por ello lo sensato es decirle al Señor: Que tu voluntad, Señor, ante todo y sobre todo, se realice en mí.
- Libro. CONOCIMIENTO DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461179107
- Libro. LA SED DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461316281
- (I) Noche oscura del alma 26-10-10
- (II) Noche activa de los sentidos 28-10-10
- (III) Noche pasiva de los sentidos 30-10-10
- Castillo interior 03-11-10
- Fuego de amor al Señor 09-10-12
- Llamaradas de amor 20-12-12
- Abandonarse o entregarse 15-10-12
- Compromiso de entregarse a Dios 21-03-11
- Carácter absoluto de la entrega al Señor 21-07-11
- Tus facilidades Señor 13-09-11
- Per ipsum et in ipso et cum ipso 26-01-11
- Entregarse a Dios 01-11-10
- Llenar la vida con Cristo 20-05-11
- Locuras de amor 26-01-10
- Vibrar de amor 31-05-10
- El celo de tu casa me consume 28-09-10
- Cómo se ha de entregar uno al Señor 25-06-11
- Y Dios… te dilacerá 03-11-09
- Frutos de la entrega 30-09-10
- Voluntad de entrega 09-11-10
La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista Re, L, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.